Los adversarios de Yalta
Con motivo del 40º aniversario de la Conferencia de Crimea (Yalta), que se celebró del 4 al 11 de febrero de 1945, se han agudizado los ataques a las decisiones que fueron adoptadas en aquel encuentro por los dirigentes de las tres potencias participantes en la coalición antihitleriana. En Estados Unidos y en Europa occidental se escuchan llamamientos para que se revisen las decisiones de Yalta. Aseguran que la Conferencia de Yalta ha sancionado la escisión de Europa. Y para superar esta escisión, al parecer, hay que renunciar a Yalta.Recordemos brevemente el conjunto de cuestiones discutidas en la Conferencia de Crimea. Sus participantes dedicaron una atención especial al conjunto de problemas relacionados con el fin de la guerra en Europa y con la política común de las tres potencias durante la ejecución de las condiciones de la capitulación incondicional de Alemania. Se examinó el tema de la creación de la organización de las Naciones Unidas, incluidos los párrafos de los estatutos de la ONU, sobre los cuales las partes no habían podido ponerse de acuerdo anteriormente. El problema polaco resultó ser bastante más difícil y exigió un tiempo considerable. Pero también se resolvió sobre la base de un acuerdo mutuo. Después de ello se discutió la cuestión yugoslava. Se adoptó la declaración sobre la Europa liberada, que preveía el derecho de cada pueblo a elegir la forma de gobierno de acuerdo con su criterio. Los participantes en el encuentro de Yalta examinaron los problemas del Extremo Oriente y las condiciones de la entrada de la Unión Soviética en la guerra contra Japón. También fueron discutidos varios aspectos de la colaboración de las tres potencias en el curso de la guerra, al igual que en la organización del mundo de posguerra.
¿Qué es lo que no conviene en las resoluciones de Yalta a los que han instigado en Occidente la ruidosa campaña contra los acuerdos conseguidos en febrero de 1945?
Si se considera la, división de Europa en dos agrupaciones político-militares, ésta, no es una consecuencia de la Conferencia de Yalta, sino de la, política de posguerra de las potencias occidentales. Precisamente, Estados Unidos y el Reino Unido, contraviniendo las resoluciones de la Conferencia de Postdam que contemplaban a Alemania como un todo único, pusieron en circulación en sus respectivas zonas ocupadas una moneda especial, a la que se le llamaba bizona y trizona, y después, cuando se formó la República Federal de Alemania, la incluyeron en el bloque del Altántico norte. Así fue como se, llevó a cabo la división de Europa. La instalación ole los Pershing y cohetes de crucero en Europa occidental agudiza todavía más el enfrentamiento. Pero ni la URSS ni Yalta tienen nada. que ver con ello. La UR SS siempre estuvo contra el enfrentamiento en Europa. Su propuesta de liquidar ambas formaciones político-milita-res sigue estando en vigor.
En Yalta no se habló de ninguna división de Europa. Esto puede verlo cualquiera que se moleste en conocer los documentos de la Conferencia de Crimea. Los que atacan las resoluciones de Yalta sobre la división de Europa entienden otra cosa, pues en Occidente comenzaron a hablar de división cuando los países de Europa oriental eligieron la vía socialista de desarrollo. La tesis sobre la superación de la herencia de Yalta se adoptó sin cumplidos, como una consigna propagandística cómoda, que se utiliza con fines muy deshonestos. Con el pretexto de liquidar la herencia de Yalta y la división de Europa, como si fuera sancionado por Yalta, se emprenden tentativas para retroceder en el desarrollo histórico en el continente europeo, que condujo al surgimiento de la cooperación socialista. De esto se habla abiertamente en el artículo de Zbigniev Brzezinski, que se publicó en el último número de Foreign Affairs (invierno 1984-1985). Atacando la herencia de Yalta, divulgó los pensamientos ocultos de los organizadores de la campaña anti-Yalta de desinformación.
Brzezinski declara que superar la división de Europa es necesario para su renacimiento espiritualy moral, pero sucede que el dominio de los rusos en Europa oriental, es decir, las relaciones amistosas entre la URSS y otros países socialistas, obstaculiza esto. Más aún, Brzezinski exige "negar y condenar muy claramente el sistema ajeno" existente en los Estados de Europa oriental, y recomienda hacerlo por la vía de un "proceso de cambios bien pensados e iniciados con gran cuidado", es decir, el imperceptible "robo de Europa oriental, imposible de descubrir con rapidez y diricil de combatir".
Pero la tentativa vulgar de liquidar las conquistas del régimen socialista fracasará sin gloria, como sucedió con todas las anteriores. La cooperación socialista sabrá defenderse.
Pero aquí aparece la otra cara del asunto, ya que aquellos que consideran la denominada liquidación de la división como condición para normalizar la situación en Europa niegan naturalmente la posibilidad ole desarrollo de relaciones amistosas entre dos sistemas que viven en el continente europeo. De aquí se pasa directamente al incremento de la confrontación, de la tensión a la agudización del peligro de guerra nuclear. Además, se trata de una tentativa para socavar la declaración de Helsinki de 1975 y todo lo positivo que se consiguió durante los últimos 10 años.
En contraposición con esto, la URSS y todo elámbito socialista abogan consecuentemente a favor de la colaboración mutuamente ventajosa entre los pueblos de nuestro continente. Esta posición está basada en el principio de coexistencia pacífica entre dos sistemas -el socialista y el capitalista-, mantenida firmemente por la Unión Soviética. La vitalidad de este principio fue también demostrada por la práctica de la coalición antihitleriana, que había mostrado la posibilidad de colaboración entre Estados de diferente orden social en las diriciles condiciones del período de la guerra. En lo que se refiere al encuentro de Yalta, en ella los dirigentes de la URSS, Estados Unidos y Reino Unido consiguieron elaborar los acuerdos que aseguraron a Europa el período de paz más largo de su secular historia.
En esto consiste la principal herencia de Yalta. Otra importante herencia de la Conferencia de Crimea es que sus resultados demostraron que las conversaciones, por muy difíciles que fueran, pueden dar resultados positivos mutuamente aceptables, si sus pa ticipantes se basan en el reconocimiento de la igualdad de las partes, teniendo en cuenta los intereses legítimos del interlocutor. Una de las causas del surgimiento de la guerra fría consiste precisamente en que los círculos dirigentes de Estados Unidos, confiando en el monopolio atómico comenzaron a intentar conseguir la hegemonía americana en el globo terrestre y se apartaron del principio de igualdad, tratando de imponer su voluntad a la Unión Soviética. Las críticas a las resoluciones de Yalta abogan de hecho contra el principio de igualdad, que durante los años de la guerra fue la garantía de éxito de la coalición antihitleriana.
Por eso el problema de hoy no es en absoluto negar la herencia de Yalta, sino mantenerse firmemente fiel al principio de igualdad, coexistencia pacífica y cooperación mutuamente ventajosa entre dos sistemas sociales que fue claramente mostrado en Yalta. Sólo por este camino pueden asegurarse la paz y el bienestar de nuestro antiguo continente.
Valentín Bereshkov es redactor jefe de la revista Estados Unidos: Política, Economía, Ideología, que edita el Instituto de Estados Unidos y Canadá, dirigido por Georgi Arbatov. Bereshkov es autor de numerosos libros sobre historia de la URSS. Fue traductor de Molotov y de Stalin en la Conferencia de Teherán y estuvo junto con Gromiko en Nueva York cuando la creación de la ONU.
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