¿Como me va a querer una empresa?
R. S. La situación de paro del que tradicionalmente ha venido identificándose como cabeza de familia ha provocado un cambio sustancial en las relaciones familiares. La incorporación obligada de la mujer al mundo del trabajo, aunque sea a tareas de carácter marginal, ha fortalecido su papel en el hogar e introduce una nueva definición de la situación familiar, según las conclusiones de las jornadas sobre el paro organizadas por CC OO hace ahora un año. El parado, según la ponencia presentada en aquella ocasión por Carmela Sanz Rueda, basada en un estudio efectuado en Extremadura, Alicante y en un barrio de Madrid, experimenta pérdida de seguridad, angustia y amargura.
A pesar de la diferencia geográfica y ambiental, la mayoría de los desempleados objeto del estudio presentaba rasgos comunes. Contemplaban su situación con fatalismo exento de rebeldía y aceptaban la situación como algo impuesto. Al mismo tiempo se denotaba un cierto complejo hacía la persona con trabajo.
No obstante, mientras el parado rural contemplaba su situación como una rutina, el del área urbana se enfrentaba a ella confiando en su transitoriedad y con una visión más crítica. Sin embargo, para unos y otros la pérdida de trab1jo era también una pérdida de identidad.
Posiblemente la mayor repercusión del paro se produce en el hogar. La responsabilidad económica recae en la mayoría de los casos en la mujer, obligada a salir al mundo del trabajo -normalmente sumergido o marginal- para mantener a la familia. Ello provoca irritabilidad y angustia. El citado estudio recogía la sensación de pérdida de prestigio y autoestímulos de los parados alicantinos encuestados. Y la frase de uno de ellos: "Mi mujer ahora mismo a lo mejor ni me quiere; ¿cómo me va a querer una empresa?".
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