Primera implantación de un corazón artificial en Europa, realizada en Estocolmo
La primera implantación de un corazón artificial que tiene lugar en Europa, y la cuarta en el mundo, se realizó el pasado domingo en el hospital Carolino, de Estocolmo, por un equipo médico que dirigió el profesor noruego Bjarne Semb, de 45 años. El paciente que recibió el corazón artificial tiene 50 años de edad y su estado, dos días después de la intervención, es satisfactorio dentro de las circunstancias de una operación de esta magnitud.
Semb, que se ha formado en la República Federal de Alemania, había trabajado anteriormente en trasplantes de corazón con el profesor Barnard, de Suráfrica, conocido mundialmente como uno de los pioneros en este tipo de intervenciones. Especialista en enfermedades cardiovasculares, colaboró posteriormente con el norteamericano David Hume antes de ser nombrado en febrero de 1984 titular de la cátedra de cirugía del tórax del hospital Carolino. En 1983 realizó dos trasplantes de corazón en Noruega y ha abogado por cambiar la legislación sueca, que define la muerte de una persona como la total paralización de las actividades cerebrales, lo que impide realizar trasplantes de corazón.El corazón artificial implantado procede de Estados Unidos y está fabricado de plástico y aluminio. Se trata del modelo Jarvik-7, el mismo que ha sido implantado en las tres operaciones de este tipo realizadas hasta la fecha en Estados Unidos. La operación tuvo una duración de más de cinco horas en un paciente que padecía una cardiopatía inoperable y al que la única posibilidad de prolongar su vida era la colocación de un corazón artificial. El pronóstico de sobrevivencia por parte de los médicos es prudente.
La técnica de construcción e implantación de corazones artificiales ha sido desarrollada en EE UU y Suecia a través de la compañía Astra de medicamentos y equipos médicos, que obtuvo una patente para la construcción del órgano artificial. Las tres anteriores operaciones similares a la realizada en Estocolmo se hicieron precisamente en Estados Unidos, y estuvieron dirigidas por el profesor William De Vríes, el único cirujano al que la dirección de Salud de aquel país ha autorizado a realizar este tipo de intervención.
Dentro del cuerpo médico norteamericano hay voces discrepantes que aconsejan espera a un mayor perfeccionamiento del corazón artificial para seguir adelante con estas intervenciones. Las primeras reacciones al respecto en Suecia fueron también cautelosas.
La vida del paciente que recibe un corazón artificial puede prolongarse por este medio, pero está obligado de por vida a de pender permanentemente de un aparato conectado a un compresor que bombea aire a través de un tubo de plástico. Durante algunas horas al día puede desplazarse, pero con una cartera que tiene en su interior un aparato que realiza la misma función, por lo que la vida del paciente sigue siendo muy limitada.
Suecia tiene una tradición de alta cirugía cardiaca, pero el concepto legal de muerte imperante hasta ahora ha frenado la posibilidad de los trasplantes.
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