Una reflexión sobre las elecciones italianas
En Italia ya están acostumbrados a los grandes calificativos para definir la ganancia de un punto o la pérdida de otro en las consultas electorales. Si los resultados de estas elecciones regionales, provinciales y municipales se comparan con las anteriores del mismo nivel, la conclusión es que las cosas han variado poco. Tomando los datos de las regionales, la llamada gran vencedora, es decir, la Democracia Cristiana (DC), ha perdido dos puntos. El otro gran vecedor, el partido socialista, ha ganado medio punto, situándose en poco más del 13%. Los demás grandes triunfadores, según algunos titulares de Prensa -es decir, el Partido Republicano, el Partido Liberal y el Partido Socialdemócrata- han pasado, respectivamente, del 3% al 4%, del 2,7% al 2,2% y del 5% al 3,6%, respectivamente.Por otro lado, el llamado gran perdedor, el Partido Comunista Italiano (PCI), ha perdido dos puntos y medio, pero sigue teniendo más del 30% y sigue, siendo el partido más votado en ciudades como Milám, Turín, Florencia, Génova, Bolonia, Ferrara, Módena, Parma... y es el segundo más votado, a escasa distancia de la DC, en Roma y en Nápoles.
Aparecen, en cambio, fenómenos nuevos, como el aumento del partido fascista, el MSI, que sobrepasa el 6% y, por primera vez, se convierte en el partido más votado en la ciudad de Bolzano, gracias al aprovechamiento, en sentido ultranacionalista, de la pésima política autonómica de la DC y del Südtiroler Volkspartei, que discrminaban a los ciudadanos de lengua italiana. Otro hecho nuevo es la entrada en escena de los verdes, con un resulta do global modesto, pero suficiente para hacerse sentir en la escena política. A mi entender, ésta es una de las claves para entender el descenso del voto comunista. Si se compara región por región y ciudad por ciudad, los votos de los verdes corresponden casi matemáticamente a los votos perdidos por el PCI, lo cual plantea, sin duda, un problema político importante para este último Desde el punto de vista de los números, las cosas no han cambiado mucho. El sistema político italiano está muy consolidado, y las variaciones sólo pueden ser mínimas mientras el sistema siga siendo el que es.
Ahora bien, es indudable que estas elecciones se han celebrado en un clima político muy particular. En realidad, todo el sistema político italiano gira en tomo al problema de cómo impedir que el PCI entre en el Gobierno, es decir, de cómo excluir de la representación en el Gobierno a uno de cada tres italianos, que son los que votan al PC. A pesar de su carácter democrático y parlamentario, el sistema italiano está políticamente falseado en su raíz, porque todo él se basa en impedir la alternancia democrática. En este sentido, es un sistema muy bipolarizado, pero con dos polos heterogéneos. Por un lado, una extraña coalición de democristianos, republicanos socialistas, liberales y socialdemócratas. Por otro lado, el PCI y algunos grupos menores, en relación incómoda con aquél. Y en la derecha extrema, aislados, pero no tanto -pues muchas leyes del pentapartito han pasado con sus votos-, están los fascistas del MSI, que ya han anunciado su propósito de formar mayoría con quien sea si se trata de ir contra los comunistas.
El pentapartito está atravesando por contradicciones muy profundas -como el enfrentamiento constante entre una DC mayoritaria y un partido socialista que con el 12% o el 13% de los votos ocupa la presidencia de la República, la presidencia del Gobierno y la dirección de la principal cadena de televisión pública. Por lo demás, el aumento de unos partidos se produce a expensas de los otros. El gran problema de esta coalición es que el PCI acabe convirtiéndose en el partido más votado de Italia, pues esto haría muy dificil seguir manteniendo la bipolaridad absoluta y la exclusión comunista del Gobierno.
Evitar el 'sorpasso'
Como es sabido, la posibilidad de que el PCI fuese el partido más votado -el famoso sorpasso- se materializó en las elecciones europeas del año pasado. Por ello, todas las fuerzas del pentapartito se movilizaron para convertir las elecciones regionales y locales en una prueba política decisiva para evitar que el sorpasso volviese a repetirse.
La campaña eleotoral tuvo un tono anticomunista de una violencia inusitada. La Iglesia católica, encabezada por el papa Wojtyla en persona, se movilizó a fondo y convirtió las elecciones en una especie de cruzada. Y los medios de comunicación, controlados en su inmensa mayoría por los grupos del pentapartito o por grupos privados afines, desarrollaron una campaña en el mismo sentido. Desde este punto de vista, es cierto que, el pentapartito venció. En comparación con las elecciones europeas, el PCI perdió más de cuatro puntos, pero no tanto en votos absolutos, pues la abstención bajó considerablemente. La DC subió dos puntos, y el partido socialista, otros dos.
El pentapartito ha arrancado, pues, votos de la abstención, y el PCI ha perdido votos por su izquierda. Y con este resultado global, las espadas han quedado en alto para la que será, sin duda, la batalla fundamental, es decir, para la batalla del próximo referéndum sobre el decreto-ley que modificó el sistema salarial de la escala móvil.
En previsión de este referéndum, ¿qué puede ocurrir de inmediato? Dos cosas pueden avanzarse ya. La primera es que en el interior del pentapartito se iniciará una pugna muy seria entre la DC y el partido socialista. Para seguir concediendo la presidencia del Gobierno al sociaEsta Craxi, la DC exigirá que los socialistas cambien todas sus alianzas con los comunistas a nivel regional y local, y extiendan la lórmula del pentapartito en todos los niveles.
Un resultado inmediato de esta presión será, sin duda, el cambio en la alcaldía de Roma. No es del todo cierto que, como se ha dicho en algunos titulares, el PCI, haya "perdido la alcaldía de Roma". Lo que va a ocurrir es que los socialistas y demás miembros laicos del pentapartito van a cambiar sus alianzas y van a dar la alcaldía a la DC. En otras ciudades, como Turín, Florencia y Génova, pasó lo nmismo hace ya meses, sin que el PCI hubiese perdido la condición de partido más votado.
Con una fórmula típicamente itahana, los socialistas han anunciado que, si la Democracia Cristiana sigue,apoyando a Craxi como presidente del Gobierno, extenderá la fórmula del pentapartito a todos los niveles regionales y locales, "pero no de modo automático", es decir, reservándose la posibilidad de mantener en algunos lugares sus actuales alianzas con los comunistas. Esto se debe no sólo a la presión de una parte de su base, que no quiere romper con los comunistas, sino también al deseo de Craxi de no quedar prisionero de la DC. En realidad, toda la política de la actual dirección del partido socialista se basa en utilizar a la DC para cortar el paso a los comunistas y en utilizar a los partidos laicos -incluido en muchos casos el PCI- para maniobrar contra la DC. Su objetivo principal es tener la presidencia del Gobierno y la dirección de la televisión pública en sus manos, y desde estos altos puestos romper el actual sistema de partidos y reducir el papel del Parlamento, con una política de tipo individualista y tecnocrático.
Pese a estas contradicciones, es un hecho que la actual mayoría de Gobierno, el pentapartito, ha superado la prueba. El PCI, además de revisar aspectos de su política, como la fuga de votos hacia los verdes, se encuentra ahora en una situación complicada. El ya citado referéndum sobre el decreto-ley de la escala móvil será, si antes no se llega a un compromiso que lo evite, una prueba de fuerza de grandes proporciones, un enfrentamiento radical entre el pentapartito y el PCI. Los comunistas no se lo jugarán todo en este referéndum, pero sí muchas e importantes cosas. Entre ellas el futuro mismo de su colocación en el sistema. En realidad el PCI ocupa el espacio sociológico que en otros países ocupan los socialistas y si no llega al poder es porque la divisoria de los grandes bloques internacionales atraviesa también Italia y hace posible que los socialistas gobiernen con el 13 por ciento de los votos y los comunistas se queden en la oposición con el 30 por ciento. El problema no es nuevo, pero el resultado de estas elecciones muestra que el PCI no puede superar la situación sólo con la carta del sorpasso y debe buscar la manera de constituir, otras alianzas. Éste es el problema de fondo del PCI y si se me apura de todo el sistema.
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