El secuestro del Boeíng 727 de las líneas jordanas concluye en Beirut con la explosión del avión, pero sin víctimas
El secuestro del avión Boeing 727 de las líneas aéreas jordanas Alia concluyó ayer en el aeropuerto de la capital libanesa minutos después de la una de la tarde de ayer (hora peninsular), con la voladura de la cabina de pilotaje del aparato por el comando shií que 30 horas antes había conseguido desviarlo de su ruta hacia Amman. El secuestro concluyó sin víctimas. Pero nada más normalizarse la situación en Beirut, un joven palestino se apoderaba, para replicar al primer secuestro, de otro avión Boeing 727 de la compañía aérea libanesa (MEA) que acababa de aterrizar en el aeródromo chipriota de Larnaca.
El secuestrador de este segundo avión retuvo durante seis horas bajo la amenaza de una granada de mano a tres miembros de la tripulación, hasta que, sobre las 7,15 de la tarde, hora peninsular española, se entregó a las autoridades chipriotas, que le embarcaron con destino a Arriman en un avión de ALIA.En cuanto al desenlace del secuestro de Beirut, antes de que la columna de humo blanco provoca da por la deflagración de escasa potencia surgiese del morro del avión, los seis integrantes del comando suicida Musa Sadr -nombre de un imán shií libanés misteriosamente desaparecido en agosto de 1978 al término de un viaje a Libia- ordenaron la evacuación en autobús de los 57 pasajeros y miembros de la tripulación que no habían sido liberados en etapa anteriores.
Segundos antes de que se produjese el estallido, los secuestradores y ocho agentes del personal de la seguridad de ALIA capturados durante el asalto del martes se alejaban en jeeps aparentemente puestos a su disposición, bajo la mirada impasible de los soldados de la Sexta Brigada del Ejército libanés, predominantemente shií, y de los hombres armados de la milicia Amal (Esperanza), de la misma confesión, que horas antes habían anunciado tomar "estrictas medidas de seguridad" en torno al Boeing.
Poco después, los policías-rehenes fueron entregados sanos y salvos al jefe de escala en Beirut de la compañía aérea jordana y embarcados posteriormente hacia Jedah (Arabia Saudí), mientras los pasajeros, entre los que figuraba Landrey Slade, un norteamericano vicepresidente de la universidad americana de Beirut y deseoso de huir rápidamente de la capital libanesa, eran transportados a un lujoso hotel de la costa.
Los seis piratas aéreos lograron el martes por la mañana acercarse a bordo de un automóvil hasta el acceso a la pista oeste del aeropuerto de Beirut y remontar, disparando al aire, la escalerilla del aparato, que despegó rumbo a Larnaca, intentó después en vano tomar tierra en Túnez, se posó más tarde en Palermo y regresó de madrugada a Beirut.
En esta última localidad, el portavoz del copiando leyó una auténtica acta de acusación contra los asistentes a la reunión celebrada por la Liga Árabe el pasado sábado en Túnez -en la que fue aprobada una resolución instando a Amal a retirarse de los campamentos de refugiados palestinos de Beirut-, y arremetió a renglón seguido contra Yasir Arafat, líder de la OLP,. al que reprdchó "haberse arrodillado ante Israel".
A juzgar por su confuso discurso, mientras Amal castiga desde hace 24 días a Arafat por sus crímenes, sitiando y bombardeando los campamentos palestínos, los secuestradores del avión jordano quisieron más bien sancionar al rey Hussein, que se ha convertido en el cómplice de Arafat desde que, el pasado mes de febrero, concluyó con el líder de la OLP un plan de actuación conjunta.
Arafat no ha tardado en responder a estas acusaciones y, a través de su portavoz, Ahmed Abdel Rahman, achacó desde Túnez la responsabilidad del acto de piratería aérea a Amal, cuyos "milicianos controlan el aeropuerto" de la capital libanesa, y a Siria, sin cuyo visto bueno no hubiese podido ser llevada a cabo.
En base a sus observaciones sobre el terreno, el piloto sueco del Boeing, Ulf Sultan, corroboró esta denuncia al afirmar, tras su liberación, que "Amal y los secuestradores son las mismas gentes".
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