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La fugaz emoción de los 'forcados'

Plaza de Las Ventas. 22 de junio.Cinco toros de Cuadri y quinto de Martínez Elizondo, para rejones.

Curro Bedoya, vuelta. Luis Miguel Arranz, vuelta. Jorge de Oliveira, aplausos. Joaquín Bastinha, división. Bedoya-Arranz, oreja; Oliveira-Bastinha, palmas. Los forcados Los Lusitanos, vuelta y ovación. El pegador Antonio Sánchez Gonsalves sufrió fractura costal y probable neumotórax, de pronóstico grave.

J. V.

Toda la tarde esperando que salieran los forcados, con gran expectación, y mientras, la caballería por allí, potreando toros. Salieron al fin, en el quinto, y lo hicieron tan bien, que la pega fue fugaz, vista y no vista. El sexto lesionó de gravedad al pegador.

La afición habría preferido forcados menos perfectos, a cambio de que estuvieran más tiempo en el ruedo, protagonizando emocionantes lances. No por mala idea, qué va, sino por amenizar una corrida que transcurría plana. Bien que los rejoneadores cabalguen jinetes consumados, sin caerse del caballo ni nada, pero tal habilidad no hace fiesta. Y luego, el toro. Esos ejemplares de apabullante trapío en origen, mermado por la grosera mutilación de los pitones, daban pena. Y cuando les burreaban por colleras, era indignante.

Destacó Bedoya, Joselito ecuestre entre los de ayer. Arranz tuvo una torera actuación. Oliveira, incolora. Bastinha fallaba mucho, picaba espuelas sin miramiento y atormentaba a sus piafantes caballos, con disgusto para la afición y para los propios caballos.

Así que al crepúsculo saltaron los forcados, se colocaron en el diámetro del redondel, templó el pegador de caras la pronta embestida, y, en el embroque, se adhirió al testuz como una lapa, pese al brutal zarandeo. La pega resultó perfecta. Al sexto le plantearon la misma estrategia. Esta vez el toro tiró una cornada alta, pero el pegador, aunque seriamente herido en el pecho, se aferró también al toro y la inmovilización fue, de nuevo, cuestión de segundos. Y acabó, vista y no vista, la intervención de los forcados, tanto tiempo espetada. Para la próxima, ya se sabe: hasta que anochezca no merece la pena entrar en la plaza.

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