Conflictos para el comité federal
El nerviosismo ante el clima interno que vive el partido rodeó ayer la primera sesión del Comité Federal del PSOE, que se reúne por primera vez desde hace más de seis meses. Había otros conflictos que abordar en el serio de la familia socialista, al margen de las desavenencias con UGT. Y, pese a las ofertas de reabrir la negociación sobre las pensiones, los representantes del sindicato debieron ayer escuchar al presidente Felipe González afirmar que seguirá política económica de ajuste".El propio Felipe González se refirió, de manera no frontal, a tales conflictos, al pedir, dirigiéndose de manera inequívoca a los llamados califas, que "no se olvide que el PSOE es un partido federal, y no una federación de partidos". Con ello, hacía mención a las ansias mostradas por algunos de estos califas -líderes de las principales federaciones socialistas- por obtener mayores cuotas de poder y autonomía dentro del partido. Posteriormente, el presidente de la Junta andaluza, José Rodríguez de la Borbolla, protagonista desde hace meses de un duro enfrentamiento con el vicesecretario general, Alfonso Guerra, dijo no sentirse aludido por las palabras de González.
Otro tema candente tampoco abordado frontalmente ayer fue el debate sobre la permanencia en la OTAN. Guillermo Galeote, miembro de la ejecutiva federal, calificó de "provinciano" y "simplista" este debate. Tal vez por eso, la memoria de gestión distribuida a los miembros del comité federal evita cuidadosamente cualquier referencia explícita a la Alianza. El portavoz socialista, Pedro Bofill, admitó que la cuestión de la OTAN "había salido" en el curso de los debates de ayer, "pero de forma superficial; ésa", dijo, "es una cuestión ya resucita en nuestro congreso de diciembre, y sobre la que apenas queda la incógnita de la fecha del referéndum". Representantes de la corriente crítica Izquierda Socialista no parecieron, sin embargo, mostrarse tan conformes con las afirmaciones que consideran zanjada la cuestión atlántica, y recordaron que, tanto ellos como UGT, se han comprometido a hacer campaña por la salida de la OTAN.
Pero incluso los 22 miembros de Izquierda Socialista presentes en el comité -formado por 150 miembros entre los que proliferan los altos cargos del partido y de la Administración- mantuvieron el tácito pacto de silencio impuesto sobre el encuentro de ayer, pese a las promesas de "transparencia informativa" hechas previamente por Pablo Castellano, que encabeza la corriente de los críticos.
La confusión reinó, por tanto, acerca de las conclusiones adoptadas durante las diez horas de la reunión de ayer, celebrada a puerta cerrada y con estricto control de las posibles filtraciones. El hermetismo llegó al paroxismo cuando el secretario de Organización de UGT, Antón Saracíbar, cuya posición acaparaba el máximo interés de los periodistas, negó a éstos haber intervenido ante el comité, cuando, en realidad, había pronunciado un discurso minutos antes. Esta falta de transparencia denunciaba los nervios con que se inauguró una reunión calificada de "trascendental" por los propios portavoces socialistas, y en la que deben quedar resueltas muchas asignaturas pendientes.
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