Pilar Miró: "El ingreso en la CEE exigirá la reconversión mental de los sectores de la industria del cine"
La directora del Instituto de Cinematografía considera indispensable un pacto entre productores, distribuidores y exhibidores
Pregunta. ¿Que antecedentes tiene y como surgió este problema?.Respuesta. El problema ha surgido porque no se negoció un período transitorio, en lo que respecta al cine, para nuestro proceso de integración a la Comunidad. Con el decreto de 1983 seguimos de cerca la experiencia legislativa francesa, que ha ayudado a levantar al cine francés de sus niveles, muy bajos, de comercialidad. Era imprescindible revitalizar al cine español, como hicieron los franceses con el suyo. ¿Por qué había que dar un empuje inicial fuerte? Porque estamos en un momento delicado en el que, si la industria no se revitaliza rápidamente, los problemas podrían ser serios porque el plazo es corto. A la vistá está que el cálculo era acertado, pues el plazo está terminán- dose. Se trataba de ganar fuerza para que la hora de tener que engancharnos a la realidad europea nos cogiera más preparados de lo que estábamos cuando el decreto del 83 se promulgó. Esto está en el prólogo del decreto entre líneas, porque entonces no podíamos hablar claramente, ya que las negociaciones con la CEE estaban llevándosae a cabo y era imposible saber si estarían finalizadas en 1986 o más tarde.
¿Qué pasó después? Las negociaciones con el Mercado Común se cerraron, hubo que plantear el problema a la luz del día y como consecuencia de ello la gente del cine se ha dado cuenta de golpe de la importancia del asunto y de los problemas que puede acarrear. Han reaccionado algo tarde, cuando, aunque fuera entre líneas, tenían acceso a los datos fundamentales de la cuestión, que, repito, estaban en el decreto si éste se leía bien. En este sentido, ha habido falta de reflejos y se ha reaccionado tras los acontecimientos, cuando podían haberse adelantado a ellos. El hecho es que el ingreso en la CEE nos ha cogido desprevenidos. El acuerdo del cine con la CEE se firmó en marzo de 1982. Si se tiene en cuenta esta fecha, se entenderá mejor por qué el decreto del 83 buscaba la revitalización urgente de la industria, cosa de la que no podíamos hablar entonces de manera explícita.
Búsqueda de soluciones
P. ¿Qué ha ocurrido cuando esto se puso a la luz del día y hubo que enfrentarse con ello? R. Se ha producido inquietud y la gente del cine parece que se ha quedado un poco paralizada, preguntándose qué va a pasar, sin reaccionar al principio. Ya están reaccionando. Me he reunido con los sectores de la industría, y, mejor o peor, comienzan a buscar soluciones, aunque otra cosa es que den con ellas. Les informé de cuál es el panorama: que entramos en la CEE el 1 de enero de 1986 sin período previo de adaptación -para ser exactos, hay dos meses de acoplamiento, lo que traslada la fecha al 1 de abril-, y el cine europeo va a homologarse con el español, con todas las consecuencias. Esto es así, y no va a ser de otra manera, por lo que no queda más solución que encarar el asunto.
P. ¿Y el 1 de abril, qué va a ocurrir?
R. Que la legislación comunitaria en lo relativo al cine pasa a ser también la nuestra. Las películas españolas ya no serán sólo las producidas en España por españoles, sino todas las películas que produzca la Comunidad. A partir de esa fecha, las empresas europeas tendrán en nuestro mercado los mismos derechos que las empresas españolas. Es decir, que se producirá en nuestro territorio libertad de circulación de películas europeas y libertad para las empresas comunitarias para producir películas aquí. Y, por supuesto, el cine español tendrá los mismos derechos en los países europeos de la Comunidad.
P. ¿Variará el actual sistema de protección a la producción? R. No tiene por qué variar Puede incluso acentuarse la protección. En lo que respecta al sistema de ayudas, no hay ningún problema en mantenerlo. como está. Francia lo ha hecho. Los sistemas de cuota de pantalla y de distribución, en cambio, habrán de modificarse a tenor de la nueva situación. Otro tanto se puede decir de las licencias de doblaje. Las películas de la Comunidad, a efectos de cuotas y licencias, contarán como si fuesen españolas, por lo que las cuotas sólo podrán mantenerse respecto de terceros países y esto es importante, porque entre esos países terceros están los Estados Unidos.
P. ¿Qué repercusiones tendrá el ingreso en la CEE en los profesionales de la industria?
R. Es imprescindible que se produzca una especie de reconversión mental en la industria. Sí he dicho que se avecina un panorama sombrío es porque veo difícil conseguir esta reconversión y que los sectores de la industria, que están muy enfrentados entre sí, formulen criterios comunes. La gente de la industria está acostumbrada a sensibilizarse ante los problemas sólo cuando les afectan a ellos. Pero esto ha de cambiar, y a eso llamo reconversión mental, porque si queremos resolver los problemas hemos de tomar conciencia de la globalidad de éstos y de que hay que unirse frente a ellos, aunque eventualmente un problema no nos afecte directamente. La época de los que sólo buscan resolver sus problemas particulares se ha acabado. O todos vamos a lo de todos o la situación se volverá peligrosa. Por el contrario, si hay unión y decide cada uno ir a lo de todos, el cine español, a mi juicio, no peligra, y la situación tendrá soluciones.
P. ¿Se producirá un descenso en el volumen de producción?
R. El descenso se producirá en cualquier caso. No creo que sea un descenso fuerte, pero lo habrá, aunque no de manera alarmante. Incluso si no se hubiera producido el ingreso en la CEE, habría tal bajada, porque estamos en cifras de producción ficticias. No es alarmante un descenso de la producción si entra dentro de cifras razonables. Lo que sí es importante es que entre las 15 películas más taquilleras del año 5 sean espeñolas y de calidad. Nunca había ocurrido antes algo así.
P. ¿Las películas españolas están en condiciones de competir con las de la CEE?
R. Ha subido la calidad media del cine español al mismo tiempo que ha bajado la calidad media del cine que importamos. Además han ocurrido dos cosas. Una, que el espectador español se interesa por el cine español y otra, que ha perdido interés por el extranjero, comenzando por el norteamericano. Las dos circunstancias se complementan y hacen que el cine español haya ganado en posibilidades de competir.
P. Lo que ha dicho se refiere a nuestro mercado, pero ¿serán competitivas en los mercados de los paises comunitarios?
R. Creo que sí. El cine europeo está mal, al menos en Italia y Alemania. No tanto en Francia, donde el cine francés ha subido, como el español en España.
Las bases de un pacto
P. Antes ha hablado de un cambio de mentalidad. ¿Qué contenido ha de tener este cambio?
R. En primer lugar, los productores han de aprender a no asustarse. La situación que les va a obligar a competir y han de mentalizarse en el sentido de que esto es posible para ellos. En segundo lugar, y para poder competir no sólo dentro de España, sino también fuera, ha de cuidarse más la producción. Europa nos abre las puertas, pero esto no quiere decir que vaya a ser fácil atravesarlas. Es más, si queremos, aun con las puertas abiertas, entrar en el mercado europeo, nadie va a darnos más ayuda que la que nos demos a nosotros mismos. Esto quiere decir que la producción chapuza no va ya a ningún lado. Hay que cuidar mucho la producción. Quizá esto conduzca a que se hagan menos películas, lo que no es malo si las que se hacen son mejores y más cuidadas, lo que les dará mayores posibilidades de comercialización fuera de España. Respecto a la distribución, lo que se le plantea a este sector no es sólo la situación en que vayan a quedar las películas de terceros países, sobre todo de Estados Unidos. Hay además un dato nuevo que les concierne, y es que su función en la progresiva revitalización de nuestro cine puede ser esencial, si se deciden a distribuir fuera de España películas españolas. No sé si esto se les ha pasado por la cabeza, pero deberían meditar sobre ello, pues su
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aportación podría ser decisiva.Respecto de la exhibición, el problema es más grave. Estamos en manos del exhibidor, y éste, con quejarse de la competencia del vídeo y la televisión, parece que tiene bastante, cuando hay otras cosas que se le oponen y no hablan tanto de ellas. Los exhibidores son los que más han de cambiar, porque un régimen de salas como el que todavía hay en España ya no existe, que yo sepa, en ninguna parte.
Por ejemplo, no se entiende cómo una sala puede estrenar una película y exhibirla un año, cuando una explotación eficaz debe hacerse en muchos cines al mismo tiempo y en plazos mucho más cortos. Como tampoco se entiende que una película se proyecte sólo en dos sesiones, una de tarde y otra de noche. En cualquier capital europea se puede ver cualquier película, en muchas salas y a cualquier hora del día o de la noche. Y, puestos a no entender, menos aún se entiende que uno vaya a ver una película en un cine de estreno y allí ni se vea ni se oiga nada en buenas condiciones.
Cuotas y licencias
P. Antes ha hablado de que los sectores de la industria han de unificar criterios. ¿Qué criterios deben unificarse? ¿En qué han de ponerse de acuerdo?
R. Ante todo, en que el distribuidor no sea el enemigo del productor; éste, del exhibidor, y, a su vez, éste, de los otros dos. Han de ponerse de acuerdo en defender unos mínimos intereses comunes. Pero como parece que sus intereses son contrapuestos, han de pactar qué intereses conjuntos han de defender, y cómo. En esto no puede entrar la Administración. Ésta sólo puede legislar en función de los pactos que se hagan previamente. Si estos pactos no se producen, la Administración habrá de tirar por la calle de en medio, pero ésta no sería una buena solución. La solución está en que el pacto se produzca.
P. ¿Es posible ese pacto?
R. Lo creo posible, aunque no fácil, porque la división no sólo es entre sectores, sino también en el interior de cada sector.
P. ¿Qué puede ofrecer la Administración para alcanzar el pacto?
R. Mantener e incluso potenciar a toda costa las subvenciones, pese a las críticas que esto acarree. Replantear la cuota de pantalla mínimamente, siempre respecto de terceros países y teniendo en cuenta las necesidades respectivas de cada capital española importante, porque no es bueno tratar con el mismo rasero a todas, sin distinguir entre ellas en función de las indicaciones que den los estudios del mercado. Y finalmente, que las licencias de doblaje de películas de terceros países se den a las películas de la Comunidad sólo cuando éstas sean exhibidas en su idioma original, de tal manera que las películas españolas se exhiban en castellano; las francesas, en francés, y las alemanas, en alemán, y, proyectadas así, todas ellas generen por igual licencias de doblaje de películas de esos terceros países. Éste podría ser un programa de mínimos, que los sectores podrían estudiar y, desde él, asumir responsabilidades e iniciativas. Si se pacta este programa unitario de mínimos, o se encuentran otro mejor y se ponen de acuerdo en él, la Administración les apoyará, y el, problema estará en vías de solución.
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