Dar un paso al frente ante el abismo infinito
Cierta sensación de abatimiento se apoderó ayer de numerosos operadores, que presenciaron, entre incrédulos y atónitos, algunos intentos para conseguir unas parcas realizaciones de beneficios. Así, la bolsa se mostró un poco más activa que en jornadas precedentes, pero sin ninguna posibilidad de escapar de la habitual atonía. El saldo de la intentona se tradujo en una pérdida de 10 centésimas en el índice general de Madrid, descenso que podría haber sido más sustancial de no haberse registrado un proceso de contención en banca, inversión mobiliaria y varios. Mientras, Barcelona perdió de nuevo la cota 100%.Algunos expertos vienen hablando desde hace varias jornadas de las intenciones vendedoras de determinados inversores extranjeros, que comienzan a sentirse inquietos por una posible devaluación o depreciación de la peseta ante el inminente ingreso en la Comunidad Económica Europea. Quizás aquí se encuentra parcialmente el origen de la tibia oleada vendedora de ayer, ya que las instituciones continúan esperando acontecimientos, y la barandilla, en líneas generales, no se puede permitir el lujo de vender a los precios actuales si es que quiere obtener beneficios.
Telefónica constituye un buen ejemplo de esta situación, con unos sustanciales volúmenes de negocio (120,8 millones de pesetas efectivas el martes) que, de momento, se ven contenidos en la cota 115% gracias a la intervención de los siempre oportunos ángeles de la guarda.
De cualquier forma, las noticias, o, mejor dicho, la falta de noticias empieza a ser nuevamente objeto de preocupación en algunos corros. La demora en concretar los intercambios eléctricos podría alargarse hasta finales de año si siguen las cosas por el rumbo actual, y nadie parece estar preocupado por las negativas influencias que este hecho pueda tener sobre los precios de las acciones. Jugando a aprendices de Maquiavelo, esa tranquilidad podría suponer que tanto las compañías como la Administración tienen clara una solución a corto plazo.
Aún es pronto para afirmar que la bolsa esté perdiendo su oportunidad para salir de la apatía. Ciertamente, el precio del dinero sigue descendiendo. El banco emisor intervino ayer en el mercado con una subasta de préstamos de 284.800 millones de pesetas a un día al 12%, es decir, a igual tipo que en la jornada anterior. Los pagarés a tres meses ya se han situado al 11%, y a año y medio el tipo se ha rebajado hasta el 11,25%. El interbancario refleja esa misma tendencia, con depósitos a 90 días al 12,25% y pagarés al 11,49% para ese mismo, lazo.
Puede ser que la bolsa valore en menor medida la evolución de los tipos de interés que en épocas recientes. Parece un contrasentido, al menos para las grandes carteras inversoras, teóricamente siempre en busca de las mejores rentabilidades. Pero no pocos analistas consideran que: esta falta de empuje -tanto por parte del dinero como del papel- es un fenómeno pasajero y que los más aguardan a esos desdobles que tradicionalmente salen al mercado en el último trimestre de cada año. Por ahora la paciencia sigue siendo la mejor cualidad humana.
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