Derrota del Gobierno en las elecciones municipales brasileñas
Las elecciones municipales realizadas el pasado viernes en Brasil significaron una importante derrota para el partido oficialista, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que perdió en su principal centro, la ciudad de Sao Paulo. En Río, el candidato socialista, respaldado por el gobernador, Lionel Brizola, logró un amplio margen de ventaja sobre sus adversarios más directos.
El PMDB, principal partido de la alianza que da respaldo al presidente de la República, José Sarney, obtuvo la gran mayoría en las alcaldías en los 201 municipios donde hubo elecciones y ganó además en la mayoría de las capitales de los 25 Estados brasileños. Pero esa victoria numérica, a nivel nacional, pierde totalmente su importancia, ya que el PMDB fue derrotado en su principal reducto, Sáo Paolo, y no logró ganar a su principal adversario, el gobernador socialista de Río, en dos capitales de importancia fundamental: Río de Janeiro y Porto Alegre.Conocidos los resultados en Sáo Paolo, era evidente el desconcierto de los principales dirigentes del PMDB han sido las primeras elecciones municipales en más de 20 años y los segundos comicios de la democracia, recuperada el pasado mes de marzo con la llegada de Sarney, un civil, a la presidencia.
El nuevo alcalde de Sáo Paolo, el ex presidente Janio Quadros, tuvo el respaldo de grupos conservadores. Sin embargo, su victoria puede ser entendida como un rechazo contundente al PMDB, que jugó todas sus fichas en esa disputa. Además, la victoria del Partido Democrático de los Trabajadores (PDT) en Río de Janeiro da nuevas fuerzas a este hasta ahora pequeño partido.
Se espera que a partir de ahora se renueven las presiones para la realización de elecciones presidenciales antes del plazo previsto, 1988. El actual presidente, José Sarney, fue nombrado por un colegio electoral de su partido, el PMDB, que había luchado incansablemente para obtener la realización de elecciones directas para presidente. Pero, una vez en el poder, el PMDB se olvidó de la promesa y propuso 1988 como plazo electoral.
Aparentemente, los electores brasileños no están de acuerdo: quitarle al PMDB fuerza política significa de hecho un duro golpe a la nueva República.
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