Reflexiones de un rehén
Escribo estas líneas a los pocos días de haber sido víctima, como rehén, del atraco perpetrado en un pub, del que su periódico dio cumplida información, y en el transcurso del cual fui amenazado de muerte con una pistola, como el resto de los atracados. Un hecho irrelevante en unos tiempos en que sucesos como éste son, lamentablemente, el pan de cada día. Sin embargo, quiero negarme a que la generalización de estos hechos los convierta en algo normal y, desde el punto de vista político, consustancial a la democracia y al régimen de libertades, así como a que sea la derecha la que manipuladoramente haga bandera en exclusiva de la seguridad ciudadana.Como problema social que afecta a tu dignidad y libertad individuales, hay que concluir en que no hay derecho a que ni tú, como cliente, puedas tranquilamente tomar una consumición sin miedo a ser molestado, ni a que un camarero, como trabajador, pueda desarrollar su trabajo en paz.
Sabemos que las raíces de la delincuencia son profundas y están en otros factores sociales, con el paro hoy día como núcleo central.
Una política de empleo eficaz, que no es precisamente la del Gobierno actual, y la erradicación de la violencia de las pantallas de televisión, que llega ya hoy a todos los sectores de la población española y que comprende el indeseable American Way of Life, que parece haber deslumbrado al presidente del Gobierno desde los días en que prefería "morir apuñalado en el metro de Nueva York", podrían ser la base de una política social genérica que redundaría en beneficio de, entre otras cosas, la seguridad ciudadana.
Pero, entretanto, el Estado no puede consentir que el ciudadano se sienta desprotegido, como no debe permitir que la delincuencia vaya minando cada día más el sistema de libertades ni que un ciudadano pacífico agredido pueda encontrarse en la calle con su agresor a las 72 horas del hecho.-
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