José Beobide Arburúa
Capellán vasco establecido en Terranova, ha sido el intérprete de los marineros españoles apresados en Canadá
Para la población local es el father Joe, y para los pescadores españoles que pasan por estas tierras, Joseba. José Beobide Arburúa, 48 años, un euskaldún de enciclopedia nacido en Zumaya (Guipúzcoa), es el cura de los marineros españoles desde que hace 20 años llegó a Terranova embarcado en el Gure Ama, un bacaladero de Pasajes San Juan. Es el capellán de este puerto de la costa noreste de Canadá y depende del obispo de San Sebastián y de uno de los obispos de Newfoundland. "Vine aquí para convivir con los pescadores en los barcos, para atenderlos en todos los aspectos. Ésta es una parroquia especial", afirma Joseba, una de las personalidades más populares de esta ciudad de 100.000 habitantes.
Su última actuación al servicio de los marineros ha sido servir de intérprete a los capitanes del Amelia Molina y del Julio Molina en su comparecencia ante un tribunal local para responder a las acusaciones de pesca ilegal en la zona de las 200 millas exclusivas de Canadá y obstrucción a la justicia. "Es una reacción natural que se escaparan, porque si se dejan coger están declarándose culpables antes de ser juzgados", explica el padre Joseba. Asegura que la ley de Pesca canadiense es "discriminatoria y no ofrece el beneficio de la duda o la presunción de inocencia". Dice que si las autoridades canadienses creen que estás dentro de las 200 millas, aunque estés fuera, tienes que dejarte traer aquí, y si te niegas es obstrucción a la justicia. ¿Quién paga luego los daños y perjuicios por tener los barcos amarrados tres meses en puerto esperando el juicio?"Pero también hay", admite Joseba Beobide, "irresponsabilidad por parte de los españoles, que saben cómo está el ambiente y se meten con santa cara". Joseba relata cómo un funcionario canadiense le dijo que de un bacaladero de Pasajes -"no pongas el nombre"- "los aviones de vigilancia tienen más fotos pescando en la zona prohibida que de Julio Iglesias". Joseba convivió aquí con su predecesor, otro cura, Xabier Erausquin, que inició este apostolado en Terranova y ahora dirige la revista Punto y hora.
José Beobide no es un activista en el sentido político del término, pero sí tiene las ideas muy claras. Profundamente vasco -"vuelvo todos los años para no perder el arraigo"-, cree que "las pistolas son sólo un atajo, pero no solucionan los problemas". Pertenece a una generación de seminaristas -se ordenó en 1962- que luego tuvo una importancia determinante en el nacionalismo radical y en la primera ETA. "Es comprensible", explica, "teníamos un profundo sentido social de apoyo a la clase obrera, no de militancia, y una sólida formación ideológica".
Este cura, compañero de clase en el bachillerato de Carlos Falcó, marqués de Griñón ("no le envidio nada la vida que lleva, me da pena"), introdujo la primera bicicleta de carreras que se vio en Terranova y estuvo pescando bacalao por estos bancos ricos en pesca desde 1966 hasta 1974, teniendo su base en el departamento francés de Saint Pierre Miquelon.
Su conexión con la gente del mar se produjo a través de su primer destino como sacerdote en una parroquia de Pasajes San Juan. Hablar con Joseba es pasar revista a la época dorada de la pesca del bacalao en Terranova. "Entonces faenaban aquí unos 30 bous españoles (entre vascos y gallegos) y unas 70 parejas". La Pisbe, la empresa bacaladera más importante de aquella época, llegó a comprar una parcela en el cementerio de Saint John's para enterrar a los pescadores muertos en estas aguas.
El último accidente mortal se produjo el 31 de diciembre de 1985, cuando un golpe de mar se llevó a un marinero de 37 años de una pareja de Pasajes. "Y como su cuerpo aún no ha aparecido, oficialmente no ha muerto y su viuda no puede cobrar el seguro. Esto es injusto", afirma el padre Joe. Si algún día se escribe el libro sobre la pesca del bacalao habrá que acudir a este hombre al que le gustaría "que el día tuviera 54 horas", que es radioaficionado, que toca el piano y que cuando se pone a cantar La rianxeira "no hay nadie que haga más ruido en toda Terranova".
Joseba Beobide, que ha hecho navegando 11 veces la ruta España-Terranova, causó problemas a los armadores denunciando las injustas condiciones de trabajo de los pescadores, la falta de seguridad: "Cada año se morían uno o dos marineros al saltar a tierra desde los barcos. No había ni portalón para subir a bordo". Llegó a publicar una hoja volante llamada Platuxa aireando estas denuncias. En 1968 le prohibieron embarcar por un tiempo. "Yo no vine para buscar emociones; la emoción de la aventura se te quita el primer día que te llega el primer marinero borracho".
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