Su Majestad Adnan I
La revista nortearnericana Fortune relataba en septiembre del pasado año la fiesta de celebración en Marbella, a finales de julio pasado, del 502 cumpleaños de Adnan Kashogui. "Caballeros feudales con armadura daban la bienvenida a los 500 invitados, mientras diversos juglares amenizaban la función. En un determinado momento apareció en escena un actor interpretando a Enrique VIII, quien exaltó la contribución de Kashogui al progreso de la humanidad'. El monarca procedió inmediatamente a renunciar a su trono, exhibiendo un titular de periódico impreso para la ocasión con la siguiente lectura: Enrique VIII abdica en favor de Adnan I".A pesar de este relato medieval, Fortune ya apuntaba en septiembre pasado que los negocios norteamericanos del magnate, centrados en la compañía holding Triad America, con sede social en Salt Lake City, pasaban por apuros de liquidez.
No hay constancia de que Enrique VIII pasara apuros económicos, al contrario de lo que actualmente le ocurre a Adnan I. Su majestad el rey de la intermediación del negocio de armas está en apuros. Kashogui se labró una enorme fortuna actuando como intermediario en la venta de equipo militar pesado al Gobierno de su país, Arabia Saudí, en los años sesenta y principios de los setenta. Más tarde amplió su radio de acción a otros países de la cuenca mediterránea, especialmente Egipto y Marruecos, y otros de la península arábiga, como el sultanato de Omán.
Negocio en crisis
Pero el negocio de la intermediación armamentista ha entrado también en crisis, de la mano de las urgencias financieras de los tradicionales clientes de Adnan. Las armas se han pagado siempre al contado, pero ahora países de la cuenca mediterránea están pidiendo créditos para comprar morteros, carros de combate y munición diversa. Algunos bancos pretenden sindicar ese riesgo, pero no encuentran socios dispuestos a ello. Kashogui está ocioso.
Sobre la fortuna de Kashogui se han escrito ríos de tinta. Seguramente es en este caso muy cierto el viejo refrán de que de dinero y santidad, la mitad de la mitad. La idea de esa superfortuna nace de la falsa asimilación entre el ritmo de vida del potentado, ciertamente ostentoso, y las comisiones que paga Kashogui, que ése es otro cantar.
Según distintas fuentes consultadas, el millonario saudí podía estar ingresando en sus mejores años entre 100 y 150 millones de dólares por su negocio de interniediación de armas. De esa cifra, las arcas privadas de Kashogui estaban ingresando no más del 30%. El resto iba a parar al capítulo de gastos varios; el más importante de ellos, con mucho, era el pago de cuantiosas comisiones a la gente que toma decisiones, altos funcionarios de las administraciones con las que hacía sus negocios, y a quienes había que premiar con buenos dólares colocados en Suiza para hacer que la máquina siguiera funcionando.
El yate del potentado, el Nabila, llegó el pasado dorningo, día 29 de junio, por la tarde al puerto deportivo de Marbella, informa Carlos Funcia desde la ciudad malagueña. El millonario, sin embargo, no ha sido visto por la zona en las últimas fechas. Anteayer, lunes, el helicóptero que suele trasladar a Adnan entre el yate y su mansión La Baraka, en el término municipal de Benahavis, a unos 25 kilómetros de Marbella, registró un tráfico inusual, lo que no pasó inadvertido en el puerto marbellí.
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