Las maletas, primero
El escenario es el aeropuerto de Heathrow. Vuelo 605, con origen en Londres y destino Madrid. Embarque en el Airbus Teide con absoluta normalidad. Salida con un retraso tolerable -20 minutos- y vuelo tranquilo y apacible hasta Madrid, donde toma tierra a las 22.30. La azafata comunica que debemos abandonar el avión por la puerta delantera, cosa que supusimos cuando el avión quedó situado cerca de un finger. En la boca del mismo, una empleada de Iberia se acerca a charlar con sus compañeras (le la cabina a una distancia de unos tres metros. El pasaje, de pie dentro del avión, espera el momento de desembarcar. Pasan 10 minutos y la boca del finger no se acerca. Pasan cinco minutos más y aparece en la boca del finger un empleado con un walklctalkie.
Transcurren otros cinco minutos más y aparece en el mismo sitio otro empleado que toca un botón y el finger empieza a acercarse, pero queda enfilado hacia la ventanilla y no hacia la puerta de salida. A las 23.00, una azafata anuncia por megafonía que deberemos abandonar el avión por la puerta trasera. Sólo hay un autobús, que se llena en seguida. Embarco en el último, que me deja en la sala de aduanas. Al presentarnos ante las colas de los pasaportes, un empleado de Iberia nos dice que nos hemos equivocado de sala y que Londres recibe las maletas en otra. Argumentamos que no hemos llegado allí por nuestra cuenta y riesgo, sino que nos ha llevado el autobús de la compañía. Al final nos aclaran que la culpa fue del conductor.
Una hora después de tomar tierra salía de la sala de aduanas. Por primera vez desde que viajo con Iberia -¡tantos años!- llegó mi maleta antes que yo-
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