La undécima partida del Mundial, la mejor disputada hasta ahora
ENVIADO ESPECIALLa undécima partida, que terminó el lunes en tablas, es la mejor de las disputadas hasta ahora en la revancha del Mundial de ajedrez que enfrenta al campeón, el soviético Gari Kasparov, y al ex campeón su compatriota Anatoli Karpov. Ésta es la opinión de los especialistas desplazados a Londres, donde hoy se disputa la duodécima, en la que Kasparov jugará con las piezas blancas. El marcador favorece al campeón por dos victorias a una y ocho empates. Se juega al mejor de 24 partidas, salvo que uno acumule antes seis triunfos. La segunda parte del encuentro se celebrará en Leningrado a partir de la próxima semana.
Un detenido estudio de la personalidad de Karpov permitía augurar que el ex campeón iba a rendir al máximo en la partida del lunes. En el anterior encuentro entre Karpov y Kasparov, celebrado durante el pasado otoño en Moscú, el entonces campeón cometió un error de principiante precisamente en la undécima partida, cuando la posición era de claro empate. A partir de esa derrota, que igualó el encuentro a dos victorias, el rendimiento de Karpov bajó ostensible mente.
Trabajo intenso
Pocos días antes, el semanario alemán Der Spiegel dio a conocer la demanda judicial presentada por Karpov contra su representante en la República Federal de Alemania, Helmut Jungwirth, por 75 millones de pesetas procedentes de los negocios de Karpov con una firma de computadoras de ajedrez. El asunto, que se había llevado con absoluta discreción hasta ese momento, podría haber tenido graves implicaciones legales para Karpov, ya que, al parecer, ese dinero no estaba declarado ni en la RFA ni en la URSS.
Como dijo una vez su eterno rival, el disidente soviético Victor Korchnoi, dos veces subcampeón del mundo, "Karpov no acostumbra a perdonar a nadie por nada" Si se añade la conocida afición de Karpov a la numerología, no es extraño que el campeón haya escogido precisamente la undécima partida de esta revancha para dar lo mejor de sí mismo. Durante el pasado fin de semana trabajó intensamente junto a su equipo de analistas hasta encontrar una venenosa receta contra la defensa Grunfeld de Kasparov.
Aunque, al término de la partida Kasparov declaró a sus ayudantes: "Cada vez confío más en mí mismo Si Karpov no me ha ganado hoy después de una preparación tan concienzuda, no sé cómo podrá hacerlo", lo cierto es que el campeón parecía muy preocupado mientras pensaba su decimosexta jugada, cuando miró varias veces hacia los espectadores, buscando probablemente el relajante rostro de su madre, Clara Kasparova, que esta vez no estaba en su butaca. Entonces Kasparov clavó los codos en la mesa y, tras casi tres cuartos de hora de reflexión, encontró la mejor manera de sumergir a Karpov en un mar de complicaciones.
Pocas jugadas después, el turno de los sufrimientos correspondió al ex campeón. Cuando comenzó a darse cuenta de que la victoria se le estaba escapando entre los dedos, como ya le ocurrió en la séptima partida, Karpov comenzó a hablar consigo mismo, como si intentara darse ánimos. Sólo él puede saber la infinidad de variantes que calculó antes de realizar su movimiento 25. Los espectadores vieron cómo sus labios leían las jugadas a una velocidad de vértigo.
De pronto, miró al reloj y el humillante recuerdo de la derrota por tiempo en la octava partida acudió a su mente. Tras más de media hora de reflexión, optó por una continuación que conducía inevitablemente al empate. Es muy probable que, dentro de algún tiempo, alguna revista especializada publique una variante ganadora para Karpov en esta partida. Pero eso no consolará al gélido Anatoli, que no pudo vengarse ayer de su derrota en la undécima partida de su anterior enfrentamiento contra Kasparov.
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