Martxelo Rubio
Un joven desconocido es la estrella de '27 horas'
El donostiarra Martxelo Rubio es Jon, protagonista de la película 27 horas, dirigida por Montxo Armendáriz y producida por Elías Querejeta, presentada a concurso en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Martxelo es un chaval vasco, de 20 años, desconocido hasta ahora en el mundo del cine, parco en palabras, guipuzcoano para más señas, alto, rubio, de intensos ojos azules, pendiente en la oreja, de San Sebastián "de toda la vida". Allí nació, y aún hoy vive en el hogar familiar con sus padres y tres de sus cinco hermanos. "Vivo muy a gusto con ellos", afirma el joven actor.
A Armendáriz y Querejeta no les resultó fácil encontrar a Martxelo. El proceso fue largo y el trabajo de selección duró cinco meses. En el otoño de 1985 comenzó la búsqueda del desconocido que debía protagonizar la segunda película del director de Tasio. "A mí me dijo Javier Aguirresarobe [el director de fotografía de la película] que en el hotel Londres estaban haciendo pruebas, así que me presenté". Se llegaron a catalogar hasta 15.000 rostros jóvenes y se realizaron 1.200 pruebas en vídeo. Se trataba de seleccionar a dos chicos y a una chica recién salidos de la adolescencia, sin experiencia previa. Recuerda que se colocó frente a una cámara de vídeo y que Montxo le preguntó cosas normales, lo que pensaba del presente y cómo veía el futuro. No se había preparado. Ni siquiera se puso nervioso. "Bueno, al principio te cortas, pero luego se te va pasando".Productor y director trataban de encontrar frescura y espontaneidad en la interpretación, una mirada que valiera más que mil palabras y un rostro nuevo, inédito. Martxelo fue elegido para interpretar a Jon, el protagonista. No se cree el mejor de los chicos que se presentaron: "Había unos que hacían bien unas cosas, pero no tan bien otras". Sospecha que fue elegido porque tiene "un poquito de todo". "Aunque creo", dice, "que lo que les gustó fue mi mirada". Sus ojos transmiten una melancolía que se funde con la tristeza gris de las nubes y del mar que arropan la peripecia de un chaval y sus amigos durante 27 horas en San Sebastián.
Ni corto ni perezoso, dejó colgados unos estudios de contabilidad que cursaba con escasa convicción, para incorporarse al rodaje, que duró nueve semanas. Ahora piensa en volver a estudiar -"¡qué remedio!"-, aunque prefiere pensar que su futuro está en las pantallas. "Lo que me gustaría es seguir haciendo películas".
Y ganar dinero. No se ha planteado que la fama vaya a introducir cambios en su vida, y si así ocurre, "¡qué le vamos a hacer!".
Si antes del rodaje manifestaba no ser aficionado al cine, su opinión sobre el particular ha cambiado. Ahora se ha convertido en un asiduo de las salas cinematográficas, a las que acude en busca de "buenas películas, con mucha acción y protagonizadas por jóvenes". Y ha sucumbido al irresistible encanto de Mickey Rourke: "El que me gusta es el chico de la moto de La ley de la calle". Alterna su recién adquirida pasión por el cine con la afición a la música moderna y al fútbol. Es forofo hasta las cachas de la Real Sociedad, "que hará un buen papel, aunque no ganará la Liga". "Porque soy de la Real, pero también realista, no como Elías".
Martxelo enjuicia con modestia su labor en 27 horas: "Lo he hecho lo mejor que he podido, pienso que estoy creíble". Y lo dice con la indiferencia del que ignora que la cámara se ha enamorado de él, como sólo lo hace con unos pocos elegidos. Si los cálculos no fallan, habrán bastado 27 horas para crear una estrella.
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