Un teólogo italiano acusa a la curia de manipular un texto de Juan XXIII
El teólogo italiano Carlo Molari ha revelado que el famoso discurso con el que Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II no figura en su versión original italiana en el Acta Apostolicae Sedis, al mismo tiempo que el cardenal Joseph Tomko, prefecto de la poderosa Congregación de Propaganda Fide, ha vuelto a atacar el posconcilio y sus "desviacione". Según el teólogo italiano, lo que se presenta hoy como texto oficial es una traducción latina "distinta en sus puntos claves de lo que Juan XXIII había dicho realmente".'El texto de la discordia es muy importante, ya que fue en él donde el anciano papa Roncalli hizo, por vez primera en la historia de la Iglesia, una distinción entre la sustancia del dogma y su formulación histórica.
El texto italiano original, escrito de puño y letra por Juan XXIII, decía exactamente: "Una cosa es la sustancia de la antigua doctrina del depósito de la fe, y otra, su formulación, y es esta última la que se debe con paciencia si es necesario, tener muy en consideración, midiéndolo todo en las fórmulas y proposiciones de un magisterio de carácter prevalentemente pastoral". Dicho texto apareció tan sólo en L'Osservatore Romano y fue rápidamente traducido al latín. De estatraducción adulterada, según el teólogo Molari, se han hecho después las demás traducciones, incluida la italiana.
La importante afirmación de Juan XXIII, que suponía una verdadera revolución en la concepción de la formulación de los dogmas en la Iglesia católica, fue traducida así: "Una cosa es el depósito mismo de la fe, es decir, las verdades contenidas en nuestras doctrinas, y otra es la formulación con la que se enuncia, la cual conserva, sin embargo, el mismo sentido y la misma profundidad". Según esta traducción, en realidad se reafirma la antigua doctrina escolástica para la cual contenido del dogma y formulación eran la misma cosa.
Según Molari, que ha sido secretario de la Asociación Italiana de Teología y profesor de teología dogmática en el Colegio Propaganda Fide, "la derecha curial ha sostenido siempre que la traducción latina del histórico discurso del papa Roncalli es más exacta, pero el hecho es que el mismo Juan XXIII, las dos veces en las que citó dicho texto, lo hizo usando su formulación original y no la traducción oficial".
El motivo de fondo, según Molari, fue el desconcierto que creó en el Santo Oficio de entonces el famoso discurso inaugural del concilio, con el cual Juan XXIII "hundía el tema teológico en la historia cotidiana de los hombres". Tampoco se puede olvidar, según el teólogo italiano, que la curia de entonces consideraba al patriarca de Venecia salpicado de "modernismo" por haber sido amigo personal de Bonaiutti, uno de los mayores exponentes italianos del modernismo.
Romper el tabú
"Mientras uno de los pilares de la vieja teología era la inmutabilidad del dogma y de su formulación", según afirma el teólogo italiano Molari, "Juan XXIII abrió el concilio recogiendo la idea de los teólogos más modernos de entonces, como Congar, Clienu, Charlier o De Lubac, que habían empezado a introducir el elemento histórico en la reflexión teológica".Para Molari, al romperse el tabú que impedía distinguir entre la sustancia del dogma y su vestido verbal, de algún modo toda la Iglesia se historiza. "Fue como darle la vuelta a la pirámide. Desde entonces no sería la historia de los hombres la que debería ser interpretada por los antiguos dogmas inmutables, sino que la verdad revelada por Jesús de Nazaret se iría esclareciendo a la luz de los signos de los tiempos".
Pudiendo ya distinguir entre la sustancia de un dogma -por ejemplo, la virginidad de María- y su formulación histórica, se podría muy bien reformular lo que tal dogma significaba adaptándolo al lenguaje de cada época histórica. Si fuera cierto, como sostienen hoy muchos teólogos, que la verdad contenida en la fórmula de la virginidad de María, antes y después del parto, provenía de las antiguas mitologías, que para subrayar la excepcionalidad del nacimiento de un personaje histórico aseguraban que había nacido "de una virgen", es evidente que hoy se podría cambiar la formulación del dogma sin traicionar su verdadero sentido. En este caso, serían los evangelistas quienes hablan del nacimiento de Jesús como del de un personaje fuera de lo común llamado a desarrollar una misión especial en el mundo, mientras que lo de la virginidad fisica de María sería sólo una forma expresiva de entonces para explicar tal verdad.
Según Molari, siempre que la hipótesis fuera verdad, los hombres de entonces sabían lo que significaba aquella expresión, pero hoy día sucedería al revés: habiéndose perdido el sentido real de su significado, se interpreta literalmente dicha formulación, traicionando así la verdadera sustancia del dogma.
Como ha dicho tantas veces el teólogo suizo Hans Kung, hoy el problema no son los dogmas, sino lo que se quiso indicar con ellos cuando fueron formulados en un determinado contexto histórico. Por eso Juan XXIII, un apasionado y un estudioso de la historia de la Iglesia, se sintió entonces muy cerca de la nueva teología francesa, que había empezado a abrir nuevos horizontes en esta delicada materia. Juan XXIII solía decir: "Quien ha estudiado a fondo la hisoria no se escandaliza de nada". Y estaba tan convencido de que la Curia Romana temía algunas de sus afirmaciones que, a menudo, se refería a ello, como en su primer viaje a Asís, cuando interrumpió la lectura de su dircurso para decir con sorna: "Escuchad bien lo que voy a decir porque es posible que mañana no lo encontréis escrito en L'Osservatore Romano".
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