Un cardenal y un ex subdirector de L'Osservatore Romano' declaran sobre la quiebra del Ambrosiano
Los magistrados de Milán que llevan la investigación sobre la quiebra del Banco Ambrosiano, Antonio Pizzi, Renato Brichetti y Pierluigi dell Osso, se trasladaron ayer a Roma para interrogar en su casa particular al cardenal Pietro Palazzini, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano. Posteriormente, en el Palacio de Justicia de Roma, interrogaron a monseñor Virgilio Levi, ex vicedirector del periódico vaticano L'Osservatore Romano. Los jueces trataban de valorar las acusaciones que contra ambos hizo Francesco Pazienza, brazo derecho, del suicidado Roberto Calvi, que fuera presidente del Banco Ambrosiano.
Los jueces han interrogado a estos dos personajes de la curia romana para averiguar si son ciertas las acusaciones que contra ellos, y ante los mismos jueces, hizo, durante los largos interrogatorios a que debió someterse el verano pasado, Francesco Pazienza, brazo derecho de Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano, suicidado bajo un puente de Londres en 1982. Pazienza, además, había organizado unos servicios secretos paralelos en connivencia con el general Pietro Mussumecci, miembro de la logía secreta Propaganda Dos (P-2), de Licio Gelli.Sobre el cardenal Palazzini, ya la viuda de Roberto Calvi había insistido en que había mantenido contactos con su marido para ponerle en relación con el Opus Dei, con el fin de que la institución de Josemaría Escrivá de Balaguer se hiciera cargo de las acciones del Banco Ambrosiano, que era el banco del clero italiano del norte de Italia.
Asimismo, en la famosa bolsa de cuero negro de Roberto Calvi, que el periodista Enzo Biagi abrió un día ante las cámaras de televisión después de que la RAI se la comprara a un desconocido por tres millones de pesetas, aparecían cartas de Pazienza al cardenal Palazzini en las que se hablaba de los contactos entre éste y Roberto Calvi.
En el Palacio de Justicia de Roma se insistía ayer en que, por el momento, se ha tratado no de una acusación formal, sino de un interrogatorio en "calidad de testigo" para averiguar si las acusaciones de Pazienza tienen o no fundamento.
Sin embargo, la noticia ha creado un gran impacto no sólo en el Vaticano, sino también en la opinión pública italiana, ya que no es corriente que tres magistrados se presenten a interrogar a un eminente cardenal que es, además, "ministro" del Papa en un dicasterio tan importante como el encargado de designar a los santos.
Los observadores vaticanos afirmaban ayer que los tres magistrados milaneses no se hubiesen trasladado a la habitación del cardenal en el Vaticano si por lo menos las acusaciones de Pazienza no hubiesen sido graves y documentadas, lo cual no quiere decir, lógicamente, que sean ciertas.
Por lo que se refiere a monseñor Virgilio Levi, vicedirector de L'Osservatore Romano, un personaje que tras el último viaje del Papa a Polonia fue destituido misteriosamente de su importante cargo de vicedirector del diario oficioso vaticano por haber escrito un artículo en el que consideraba a Lech Walesa abandonado por el Vaticano, ha admitido ante los magistrados haber recibido dinero de Roberto Calvi.
No se ha sabido mucho sobre los motivos y el destino de aquel dinero, pero, al parecer, sirvió para financiar un congreso, apoyado por el papa Wojtyla, sobre Las raíces cristianas de Europa, en el que participaron profesores universitarios de toda Europa, entre los que se contaba gran cantidad de polacos.
Traicionado
Levi, que en los ambientes de la curia tenía fama de progresista durante el papado de Pablo VI y que ahora se ha sentido traicionado por el Vaticano, ha entregado a los magistrados toda la documentación sobre este congreso, financiado por Roberto Calvi, y esta confesión es lo que más podría comprometer ahora a la curia.
Además, estos interrogatorios se han llevado a cabo en un momento muy significativo, ya que ayer mismo concluyó en el Vaticano, a puerta cerrada, la reunión de los 15 cardenales de los cinco continentes que forman la comisión especial nombrada por el Papa para examinar cada año las finanzas vaticanas junto con el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, y los demás responsables del Governatorato.
En los próximos días se espera un comunicado del Vaticano en el que se den por lo menos algunos datos significativos sobre el balance actual de sus finanzas, y ya se comenta que ha crecido aún más el déficit, que ha llevado a Juan Pablo II a pedir a los episcopados del mundo que se responsabilicen del problema.
La única institución que no tiene déficit es el Instituto Obras de la Religión (IOR), conocido como la banca del Papa, presidido aún hoy día por el polémico Paul Marzinkus, de quien se rumorea que fue quien hizo abortar las tentativas del cardenal Palazzini para poner en contacto a Roberto Calvi con el Opus Dei, por miedo a perder su poder.
Un amigo del Opus Dei
El cardenal Pietro Palazzini está considerado como uno de los mayores simpatizantes, y defensores del Opus Dei, ya desde los tiempos de Pablo VI. Palazzini, que era entonces prefecto de la Congregación para el Clero, luchó con objeto de obtener Lina aprobación jurídica para el Opus Dei, a lo que Pablo, VI era reacio.En el otoño de 1972 preparó, junto con Álvaro del Portillo -entonces secretario general de la Obra 3, hoy su primer prelado-, un documento sobre el antifranquismo de algunos obispos españoles. El documento fue rechazado por el Vaticano, y Palazzini, promovido a cardenal, pero alejado al mismo tiempo de la importante Congregación para el Clero. Quedó sin cargo durante el resto del pontificado de Pablo VI.
Sólo al ser nombrado papa Juan Pablo II, Palazzini fue desempolvado y puesto al frente de la Congregación para la Causa de los Santos. Según algunos, se trató de una astucia del Opus Dei para facilitar el proceso de beatificación del fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer.
De hecho, el nuevo prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos nombró enseguida consultor de ésta al actual presidente general del Opus, Alvaro del Portillo, su antiguo amigo.
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