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Tribuna:ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL "VIEJO PROFESOR"
Tribuna
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El reverso de la fiesta y las dos caras del barroco

Hace varios días me pidieron, de otro diario, un artículo para conmemorar, el día 19, el aniversario de la muerte de Enrique Tierno. Me excusé porque, según respondí, muy sinceramente, no quería caer, tratando de persona tan compleja, difícil e importante, en las convencionalidades que parecen ser casi de rigor. No pude -ni quise- evitar, sin embargo, ponerme a pensar en él, ahora ya con cierta perspectiva y en un contexto crecientemente cambiante. Extraño, desconcertante, extraordinario personaje. "Personaje", acabo de escribir, y lo era. No, de ningún modo, en el sentido de las "personalidades" cuya realidad se agota en la figuración. Pero sí, en su sorprendente capacidad -no en vano se interesó, de joven, por el neotacitismopara representar, en el gran teatro del mundo, los más diferentes -diferentes de él, paradoja de Diderot- personajes. Por ejemplo, el de alcalde. Hombre mucho más introvertido que extravertido, cortés, irónico, distante, ceremonioso, a quien siempre, o casi, "otra le quedaba dentro". Hombre de cuyos colegas coetáneos, el más -afin a él -con todas las diferencias que puedan y deban alegarse-, y muy amigos ambos durante un tiempo, fue, a mi parecer, otro gran amigo y gran estudioso que recientemente-se nos fue, José Antonio Maravall, excelente conocedor de la cultura,del barroco. Maravall fue estable en su dedicacion.El intelectual Tierno, por el contrario, pudo ser, sucesivamente, estudioso del neotacitismo, ya lo he dicho, y un tanto contagiado de él, funcionalista, marxista, wittgensteiniano, monárquico ("como salida"), cabeza del minoritario e intelectualizado PSP y, en su último papel, admirablemente representado, no diré que cola, pero sí alcalde del amansado león PSOE.

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Si recordamos aquello de Larra, para el cual, desde su época, ya "todo el añoes carnaval", no nos sorprende del todo la increíble capacidad de Tierno, para hacer suyos los más diversos personajes-disfraces. ¿Quién, antes de verle en la escena municipal, habría podido imaginar su admirable creación como alcalde de. Madrid? Y desde su presunta vía muerta de aparcamiento, ¡qué gran servicio prestó al PSOE y al Gobierno! Fue la alegría de Madrid, la ocasión para toda aquella retórica "posmoderna", como dicen, de la Luna y del "Madriz capital del mundo", y con su aura e imitadores de otros muchos municipios, la alegría de la fiesta de España. Hace unas pocas semanas escribíamos algunos, aquí mismo, sobre la felicidad. Gracias a Tierno, los madrileños,y, por extensión, los españoles se sintieron, si no felices, sí, al menos, "contentos" (= contenidos) en su "satis-facción" (= bastante), y se divirtierorí con sus bandos. Y la fiesta culminó -paradójicamentecon su entierro. Fue una etapa barroca: la "fábrica" -como los barrocos decían, ¡extraña idea para nosotros, la suya, de lo que sea una fábrica!-; la fábrica, digo, de una gran tramoya, carroza fúnebre y casi regia tirada por muchos, briosos caballos, confusión de duelo y fiesta..., y, tras la ilusión, la otra cara del siempre disfrazado barroco.

Sí, no puedo evitar tener la impresión de que ahora, con el primer aniversario, podríamos estar entrando en el final de la fiesta madrileña, y la de que, cuando se vaya olvidando al Tierno alcalde, vuelva a nosotros la memoria del Tierno escéptico, agnóstico, crítico.'Entre tanto, es, verdad y ya se anuncian, serán inauguradas otras dos grandes fiestas, grandes representaciones- los.Juegos Olímpicos de Barcelona y lo que, en Sevilla, no se sabe todavía muy bien si será la conmemoración del descubrimiento de América, la del "encuentro" de dos continentes y dos culturas, la ocasión para un crítico, problemático y posiblemente fecundo reencuentro, o ni más ni menos que una exposición, Expo 92. Pues la verdad es, según creo, que los españoles nos sentimos hoy confusos en cuanto al significado actual, de lo que, con todos sus defectos, fue una indudable gesta española que, sin embargo, tanto ha pesado sobre la imagen que los españoles hemos tenido de nuestro país, de nuestra historia y de nuestra -¿buena?, ¿mala?- conciencia nacional. Las fiestas de Barcelona y Sevilla prolongarán, pues, la de Madrid. Pero ¿y después? Espero que no sea más que una simple coincidencia, pues no quisiera caer en malos augurios, pero los que ya somos viejos, ¿cómo no recordaremos que, en Sevilla y Barcelona precisamente, tuvieron lugar, durante el año 1929, nuestras últimas grandes exposiciones? Y luego, tras aquellas grandes fiestas de diversión, la vuelta a la realidad, la caída y destrucción del régimen, el alumbramiento de una nueva y pronto frustrada esperanza... En suma, los dos rostros, ilusión y desengaño, del barroco, el anverso y el reverso de la fiesta,. dos de los diversos personajes que representó el complejo, indefinible, emblemático Enrique Tierno Galván.

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