Despotismo ilustrado
Democracia participativa, voluntad igualitaria e imbricación en la modernidad, éstas son las tres actitudes que subyacen en la transformación urbanística que está experimentando Madrid, según el gerente municipal de Urbanismo, Enrique Bardají (véase EL PAÍS de 4 y 5 de febrero).Nada más lejos de la realidad. Esas actitudes podían estar en la voluntad política de quienes promovieron el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, aprobado en los inicios de 1985 y redactado y discutido desde 1981. Pero no en los actuales gestores, con el concejal responsable del Área de Urbanismo, Jesús Espelosín, a la cabeza, y el propio señor Bardají.
Veamos, por ejemplo, la tendencia a la igualdad social. Dice Bardají:"La suma de la inversión en los distritos centrales (1 a 7) es de 14.241 millones. La suma de los distritos periféricos (8 al 18) es de 22.387 millones( ... ). O es un malinformado o es un malintencionado quien siga sosteniendo que las únicas inversiones urbanas realizadas en Madrid lo han sido exclusivamente en el centro para mayor gloria propagandística del poder".
Pues bien, Gerencia de Urbanismo esconde la verdad. En los siete distritos centrales vive el 33,5% de la población de Madrid. La inversión efectuada de 14.241 millones significa un baremo de 14.125 pesetas por habitante.
En los 11 distritos periféricos vive el 66,5% de la población restante. La inversión efectuada de 22.387 millones significa un baremo de 11. 194,7 pesetas por habitante.
Inversión en el centro
Está bien clara la diferencia de privilegio inversor a favor del centro. El Ayuntamiento de Madrid invierte prioritariamente donde viven las clases medias acomodadas, profesionales, sector terciarlo, en detrimento de las capas populares de la periferia.
El equipo de gobierno municipal promueve una especie de "política urbanística de hectárea" que nada tiene ver con un urbanismo de izquierdas dirigido a reequilibrar socialmente la ciudad. Lo que importa son los territorios, no los ciudadanos, al parecer.
Mientras, en Madrid ciudad existen 26 bolsas de chabolismo "puro y duro", donde se hacinan 1.200 familias, y un chabolismo consolidado donde viven entre 16.000 y 50.000 personas, en su mayoría de raza gitana. Existen también del orden de las 32.000 infraviviendas o chabolismo encubierto, con menos de 36 metros cuadrados. La pobreza y la marginación han generado una ciudad donde la economía sumergida y la subcultura de la droga son fenómenos cada vez más enraizados en la cultura urbana.
La corporación socialista promueve la jerarquización de la ciudad, alentando operaciones costosas y de escaparate en la zona central; más aún, no tiene reparo alguno en promover actuaciones en esta área para adaptarse a la dinámica del capital inmobiliario, cuyo comportamiento en el último período ha tenido como consecuencia más inmediata la elevación del 40% del precio de las viviendas.
La política de suelo y urbanística en general en Madrid otorga primacía a las grandes operaciones urbanísticas de escaparate, con dos grandes de especulación de suelo municipal actualmente en marcha (Santa Engracia y el futuro Parque de las Naciones), cesión de solares estratégicamente situados a empresas publicitarias en contrapartida de arreglos en dichos solares, sistemática inclusión de la publicidad en el mobiliario urbano. Todo ello configura una concepción de la gestión más próxima de lo que es una empresa privada que de lo que debería ser una institución pública. No hay democracia participativa. Ni siquiera existe participación ciudadana en la toma de decisiones. Lo que se observa es una especie de despotismo ilustrado cuya única justificación ideológica es la modernidad.
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