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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El alcohol hace extraños compañeros de cama

Hay muchas razones para considerar entrañable A la mañana siguiente o The morning after, según se prefiera el título castellano o el inglés. La primera nace de ahí, del original inglés, que nos remite inmediatamente a otro despertar, el de The day after, con un panorama de lluvia ácida y tumores irreparables para todos que Lumet relativiza dejándolo en un pequeño baño en sangre ajena y en un puñal en el corazón de tu vecino de cama.Si en caso de apocalipsis nuclear ya sólo queda mesarse los cabellos y esperar el final, en la otra situación lo primero es tomarse un Alkaseltzer para matar la resaca y esperar la llegada de los títulos de crédito, que para entonces la protagonista ya tiene las ideas algo más claras. Si Meyer se planteaba cómo pasar al día siguiente, Jane Fonda sólo ha de preocuparse de la mañana siguiente, porque antes de que el Sol llegue a su cenit ya ha tomado bastantes copas como para acortar el día y dejarlo siempre en eso, en mañana interrumpida.

A la mañana siguiente

Director: Sidney Lumet. Intérpretes: Jane Fonda, Jeff Bridges, Raoul Julia. Guión: James Hicks. Fotografía: Andrzej Bartkowiak. Música: Paul Chihara. Estadounidense, 1986. Título original: The morning after. Estreno en Madrid en cine Rex.

Mañas interpretativas

Otros factores que ganan al espectador para la causa de esta alcohólica nada anónima son las mañas interpretativas de miss Fonda, muy brillante en su número de borrachina rijosa, la fótografía casi lunar con que Andrzej Bartkowiak nos obsequia al principio y que nos permite ver el mundo con los mismos ojos escépticos, doloridos y zombiáticos de quien se ha abrazado en demasía a una botella, y, por último, la gigantesca papada de Jeff Bridges contrapuesta al relamido teñido de Raoul Julia.Lástima que sea una película con una única idea, la del arranque: el alcohol hace extraños compañeros de cama. Una vez visualizado el concepto -Lumet aporta unas gotitas de humor negro al hacer que el cadáver del lecho siga vivo en la pantalla del televisor-, el resto es un grand-guignol sin clase, con burdas explicaciones finales, moralina y una delirante falta de lógica que deja en el aire cosas tan elementales como quién pone la denuncia que desencadena el desastre o cómo y quién ha trasladado el muerto de una casa a otra.

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