Bill Cosby pone de moda los relatos familiares
La hora de Bill Cosby comedia norteamericana que ha desplazado en popularidad a Dallas y Dinastía, ha regresado a la programación de Televisión Española las tardes de los viernes por la primera cadena
El bloque inicial se estrenó en febrero del año pasado en la segunda cadena y alcanzó el mejor índice de aceptación de audiencia de esta síntonía. La importancia de La hora de Bill Cosby no se ha medido únicamente por su gran éxito de audiencia en todo el mundo, sino porque ha transformado las corrientes narrativas de la producción trasatlántica poniendo de moda los relatos ambientados en el núcleo familiar doméstico.Cosby se ha convertido en Estados Unidos en un fenómeno nacional. Su programa sé comenzó a emitir en septiembre de 1984 y en el primer año se colocó en una estimable tercera posición, después de Dallas y Dinastía. La temporada siguiente copaba el primer lugar de audiencia, con un 34% de telespectadores. Por deba o quedaban el informativo 60 minutes (23,9%), Cheers (23,7%), humor de estudio; Dinastía (21,9%), Dallas (21,8%) y Las chicas de oro (21,8%).
Los beneficios de su extraordinario impacto social fueron a parar de forma inmediata a la NBC, cadena que lo emitía. Por primera vez en 30 años pasaba a ser la cadena más seguida, ingresaba por publicidad un millón y medio de dólares (unos 200 millones de pesetas) en la media hora del programa y convertía su oferta de los jueves por la noche en una sugestiva cita para telefilicos y anunciantes. La sesión comenzaba con La hora de Bill Cosby, seguía con Family ties, Cheers, Night court y acababa con Canción triste de Hill Street.
Esta imbatible serenata televisiva ha traído de cabeza a la competencia desde que se instituyó, en el otoño de 1984. La ABC ha cambiado la programación de los jueves cada año desde entonces, y la CBS ha tenido que desplazar a otros horarios títulos estables e introducir nuevas producciones.
La productora Carsey Werner, que realiza La hora de Bill Cosby, ha ganado importantes sumas por la venta de los capítulos ya emitidos por la cadena a estaciones independientes y los mercados internacionales, a pesar de tener en la nómina al actor más caro de la televisión norteamericana, que recibe de la NBC 550.000 dólares (unos 70 millones de pesetas) por episodio.
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