Decepcionante actuación de España ante la URSS
LUIS GÓMEZ ENVIADO ESPECIAL España ha vuelto a fallar en un momento decisivo. Díaz Miguel no consideró oportuno solicitar un tiempo muerto hasta que era tarde. Seguramente, se le tomará en cuenta. Pero quizá sólo sea una anécdota, ya que la cuestión es la de saber cómo se preparó esta semifinal. Mucha gente se habrá quedado con la pregunta sobre la motivación que los jugadores mostraron. La selección hizo un pésimo partido. Pareció tan indispuesta inicialmente que, al segundo minuto, era fácil pronosticar lo que sucedería.
La selección, al segundo minuto, tenía la luz roja encendida. Sibilio estaba en la formación inicial. ¿Compensación de Díaz Miguel? Sibilio había rehusado descaradamente saludar al seleccionador en la presentación del equipo, de tal forma que Díaz Miguel no pudo disimular demasiado su sorpresa. Pero hubo más, porque la disposición defensiva resultó muy poco agresiva. Y más, también, porque la teoría de que España debía retornar a su juego veloz quedó descartada por unos movimientos demasiado simples y lentos.
La escenografía no varió en el descanso. Pocos minutos antes de reanudarse el partido, había más jugadores sentados en el banquillo que calentándose en la cancha, donde los reservas parecían más activos. ¿Se llama eso cansancio? Que se explique.
En 40 minutos, España no hizo nada destacable, salvo ir por detrás con aparente desidia, sin ritmo, sin garra, sin dominio de situaciones ventajosas. España circulaba al vaivén del juego soviético, pero ¿qué juego?: sin prisa, buscando situaciones de uno contra uno, con una defensa ciertamente más agresiva que la española, pero, también, sin intimidar en los tableros. Los soviéticos, eso sí, no desaprovecharon situaciones claras de desmarque para irse al descanso con seis triples y un porcentaje del 85% en esta faceta. Lo inexplicable resultaba que no fueran dominando más que por 47-55.
Pero ver a Díaz Miguel tan tranquilo era lo más sorprendente. Dio la impresión de no confiar en el equipo con los sistemas traídos. Apenas se levantó del banquillo y dejó que el partido transcurriera sin pedir un tiempo muerto. Cuando lo hizo, quedaban cinco minutos y la URSS ganaba por 18 tantos, 77-95.
Así que este partido abrió un océano de interrogantes. ¿Estábamos, más que ante un equipo, ante un grupo de hombres cansados? ¿Por qué España juega peor en las semifinales?, ¿Estaba Díaz Miguel tranquilo o, más bien, cansado? ¿Hay decisiones que sirvan para cambiar el ritmo o es lo mejor no tomarlas? ¿Por qué los jugadores no quisieron hablar seriamente del encuentro una vez acabado? ¿Es la selección escasamente ambiciosa?
España jugará hoy contra Yugoslavia con moral de derrota. ¿Volverá a ese fatídico cuarto puesto que tanto parece servir para montar excusas, organizar campañas y concluir que la cosa no tiene remedio porque, mientras no lo tenga, a nadie le caben responsabilidades? ¿Puede faltar la fe cuando se juega una semifinal? Sí, porque quien la debe transmitir no lo hizo: había cumplido objetivos.
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