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Atrapados por un pelo

El Gabinete de Identificación de la Policía resuelve casos en Madrid sin saber quién es el asesino

El funcionario ajusta el microscopio hasta lograr una clara visión. Efectivamente, los dos cabellos son idénticos. Quizá acaba de resolver un caso, pero probablemente nunca lo sabrá. Otro policía rebosa satisfacción: el dedo cortado a un cadáver se halla lo suficientemente engordado como para tomar su huella. Estas ratas de laboratorio, en su mayoría inspectores, trabajan en el Gabinete de Identificación de la Policía, compuesto por documentoscopia, laboratorio químico-biológico y balística. No esgrimen pistolones, ni participan en persecuciones, pero han resuelto no pocos casos ocurridos en Madrid. A veces por un pelo.

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El funcionario juguetea en la mano con un impecable cheque por valor de 193.000 pesetas. Lo introduce en el videoespectro, el gran arma de documentoscopia que emite luz blanca, azul, ultravioleta e infrarroja. El cheque se hace visible en la pantalla. A medida que el funcionario varía la luz se van cayendo elementos del talón. Al final, el cheque queda con su aspecto original: "Páguese por el presente talón 3.000 pesetas". Las 190.000 restantes han sido un impecable añadido tras un lavado del talón.Los expertos policiales elogian el trabajo: no hay señal de raspadura ni de empleo de ácidos. Seguramente, el delincuente ha borrado los datos originales humedeciendo poco a poco el re verso del talón con un pincel impregnado de ácido. A la luz ultravioleta, un cheque de viaje se revela falso: no aparecen en él unos puntos luminosos anaranjados de identificación. La máquina es implacable. En un billete aparece una efigie que sólo debe verse a contraluz, luego es falso. El falsificador usó orina o cebolla para pintarla. Por ella, probablemente, pasará un cheque por el que una joven de 19 años, recientemente detenida, intentó cobrar 300.000 pesetas, 297.000 más del importe originario.

Un testamento cambiado tras morir el testante y un pasaporte manipulado en el que una india intenta pasar por japonesa son dos de los cientos de casos que pasan por sus manos.

Engordar dedos

Los miembros de los laboratorios químico y biológico advierten al visitante que "huele a rayos". No es extraño. Entre sus labores se cuenta el engorde de trozos de dedos de cadáveres cuyas huellas dactilares eran inidentificables por la acción del tiempo o del agua. Rehidratarlos lleva semanas. Cuando recuperan su tersura y volumen originales se toman las huellas.Merced a este sistema, dice tifano el comisario del grupo, se consiguió identificar los cádaveres del general Humberto Delgado y su secretaria, asesinados el 13 de febrero de 1965 por la policía política salazarista (PIDE) a pocos kilómetros de Badajoz Sus restos, ya putrefactos, fueron hallados dos meses después en unos hoyos cubiertos de ramaje.

Obtenidas las huellas, ya es sólo labor de cotejo. Esto será cuestión de segundos cuando se concluya la informatización de las huellas dactilares. Ya llevan archivadas 120.000, y les resta más de medio millón.

Estos sabuesos del microscopio tienen un amplio espectro. Identifican cabellos (tarea nada sencilla, ya que pelos de una misma persona difieren según la zona), analizan la sangre (sueñan con llegar a identificar 16 rasgos en la sangre, como ya hacen sus colegas de la RFA), y escudriñan semen, dentaduras o vísceras. Sus conocimientos sirvieron para identificar las víctimas de las dos catástrofes aéreas de Madrid.

Frecuentemente han de averiguar la composición de una papelina que mató a un yonqui. Confían alcanzar en breve medios más avanzados para afinar más en estos análisis, dado el mínimo peso de la droga. A veces lavan prendas para sacar de ellas dos kilos de cocaína, como hicieron hace poco con las vestimentas de cuatro maletas intervenidas en Barajas procedentes de Colombia. Emplearon agua caliente y luego precipitaron la droga en proceso lento y complejo. Las ropas, a simple vista, sólo presentaban un aspecto basto y rugoso.

Los funcionarios también escudriñan una lista de precios de un establecimiento cercano a la plaza de Cuzco y que exhibe un flamante sellado de la administración autonómica. El coste de las bebidas aleja cualquier tentación alcohólica: una botella de champán, 70.000 pesetas; un whisky, español de añadidura, 35.000 pesetas y un coñá, 6.000 pesetas. Tampoco lo tienen mejor los abstemios, ya que el café roza precios de la veneciana plaza de San Marco: de 2.000 a 3.000 pesetas. Ahora se trata de saber si alguien puso el sello sobre los precios o fue al revés.

200 armas en dos meses

El armero de balística, con apenas la cosecha de dos meses de casos, presenta más de 200 armas. Es un museo del horror: desde una pistola hecha con tuberías -"pero que mata, oye, que mata"- hasta el arma del diplomático keniano, Sammy Kenats Wafula, que el pasado abril mató a su esposa e hirió gravemente a sus cuatro hijos, pasando por pistolas de gas manipuladas y carabinas recortadas. El departamento tiene también un archivo de proyectiles.Suelen realizar prolijos croquis de la trayectoria de una bala con métodos tan artesanes como el hilo de bramante, pero que siguen considerando el más fiable. No obstante, en su carta de pedidos tienen un rayo láser que simule el recorrido de la bala. Juran que nunca les han tumbad un informe. Y hacen un punto de honor de su lema: "Los laboratorios forenses no existen para da una actuación rápida, sino para dar una respuesta plenamente fiable". Todo el gabinete se apunta al lema. Sólo tienen una cuita como explica su comisario jefe: "No tenemos la satisfacción de ver hasta dónde llegan nuestro éxitos". Ellos se limitan a decir "Este pelo y este pelo son iguales". Pero suelen ignorar a quién se le cayó o se le va a caer.

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