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Hallados en una cueva los cinco niños desaparecidos en Las Palmas

Los cinco niños desaparecidos desde el sábado de sus domicilios del barrio de El Polvorín, de Las Palmas de Gran Canaria, fueron rescatados en la madrugada del martes del interior de la cueva conocida como Pim Pam por un grupo de espeleólogos aficionados formado por cinco jóvenes, entre los que se encontraba un hermano de uno de los niños extraviados. Lo que comenzó como un juego -la curiosidad de unos pequeños ansiosos de nuevos entretenimientos- pudo terminar en tragedia y mantuvo a cuatro familias y a todo el barrio en vilo durante tres días.

"Queríamos ver", afirmaron los protagonistas del suceso, "cómo era la cueva por dentro". Cuatro de los cinco niños hicieron el sábado, antes de adentrarse en Pim Pam, una primera tentativa fallida.

"Llegamos con una sola vela a la cueva, un gato nos asustó y salimos corriendo", explicó Alejandro Calimaro, quien contó que, tras unirse al grupo Alberto González, decidieron repetir la intentona con dos velas más que compraron con 40 pesetas. "No pensábamos que fuera peligrosa, queríamos ver cómo era por dentro. Cuando nos quedamos atrapados y se nos gastaron las velas, empezamos a tener miedo y a pensar en nuestros padres".

A las horas de estar perdidos, los pequeños comenzaron a sentir hambre y frío a consecuencia de la fuerte humedad existente en la cueva. "En muchas ocasiones pedirnos socorro", aseguraban ayer los cinco menores. Los hermanos Hernández Monzón, por su parte, confesaron a su madre, nada más ser encontrados, que llevaban "dos días llorando".

Una cueva ya rastreada

Los niños fueron hallados a las 2.15 de la madrugada (hora de Canarias), según fuentes de Protección Civil, quienes ratificaron ayer a este periódico la circunstancia de que la cavidad de Pim Pam en la que fueron localizados los menores había sido profusamente rastreada con perros, "aunque a nosotros no nos dio resultado alguno". La cueva tiene abundantes bifurcaciones, que hacen difícil, una vez internados en ella, hallar la salida, dada su laberíntica disposición, tal como confirmaron unos vecinos del barrio que, en la tarde del lunes, iniciaron una incursión de salvamento sin resultado. El grupo de jóvenes espeleólogos aficionados inició el lunes por la noche las tareas de búsqueda a petición de los familiares de los desaparecidos y con el auxilio, según todos los indicios, de una joven vidente, Lidia Padrón, que a través de la cartomancia del tarot y un péndulo fue buscando en la cueva la situación exacta de los menores, según si propio testimonio.

"Pedí un jersei y una foto de alguno de ellos porque de las que habían salido en los periódicos no se podían captar las vibraciones", explicó a una emisora de radio Lidia Padrón. La vidente aseguró que en el interior de la cueva Pim Pam, cuando se encontraba en una bifurcación de diferentes caminos, "me paraba y le preguntaba al tarot si era a la derecha o a la izquierda".

Al llegar al último tramo fue el joven espeleólogo Manuel Calimaro, hermano del pequeño Alejandro, quien, pertrechado de linternas y cuerdas, continuó la búsqueda. Manuel Calimaro, en un recodo, creyó ver las piernas de su hermano y lo llamó por su nombre. Éste le respondió, y acto seguido Calimaro se tropezó con los niños, que estaban unos acurrucados junto a otros para evitar el frío.

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