Una crítica abstracta
En la edición del 5 de agosto de 1987, don Mario Vargas Llosa, en su nota Hacia el Perú totalitario, hace una encendida defensa de los bancos peruanos e internacionales descalificando la preposición jurídica del presidente Alan García en orden a nacionalizarlos a causa de las actuaciones antisociáles y antinacionales de tales instituciones. El señor Vargas es escritor, un genio literario. El genio intelectual no es producto social, sino que de la naturaleza: el genio nace, en su formación rigen las leyes de la causalidad y casualidad naturales, y no el principio de la imputación social. Pero el escritor vive en un medio social temporal y espacial concreto. La labor del señor Vargas Llosa es estética, dentro del mundo subjetivo de la cultura, entrega información y conocimiento de lo bello. La literatura tiene su epistemología y metodología, y cada ciencia o ángulo del conocimiento humano tiene sus principios específicos. El señor Vargas Llosa ha iniciado el camino contrario: pretende introducir en el mundo objetivo de las ciencias sociales los puntos de vista subjetivos de su arte. Desgraciadamente se ha colocado en un ángulo anticientífico, y sus análisis a cerca de las normas que rigen las nacionalizaciones concretas y temporales son lucubraciones abstractas, con principios que a mediados del siglo XIX eran caducos. Y los resultados son injuriosos e injustos para quienes dentro de los marcos de la legalidad nacional, sea en Cuba, Nicaragua o Chile en su momento, recurrieron a la nacionalización de la banca.En nuestro tiempo, un análisis jurídico-político-social serio requiere conocer los principios ju-
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