De Fragonard a Fontana
Las exposiciones en el comienzo de la temporada artística de París
El otoño español que está viviendo París no se limita, en cuanto a las exposiciones de arte se refiere, a los ahora tan de actualidad Cinco siglos de arte español, sino que se complementa con otros acontecimientos. Es el caso de la muestra individual de Francis Bacon en la galería Lelong, donde se exhiben pinturas recientes del célebre pintor británico. Es también el de las exposiciones de los dibujos de Artaud y de la polifacética obra de Le Corbusier, ambas muestras abiertas en el Centro Georges Pompidou.
Con todo, hay dos hechos que sobresalen comparativamente en la recién inaugurada temporada artística de París: la monográfica dedicada al pintor francés Jean-Honoré Fragonard (1732-1806), que está colgada en el Grand Palais y que permanecerá abierta hasta el próximo 4 de enero de 1988, fecha en la que está previsto su traslado al Metropolitan de Nueva York, y la del italiano Lucio Fontana (1899-1968), que se ha inaugurado el 12 de octubre en el Pompidou y tiene previsto a su vez transportarse a comienzos del año próximo a la Fundación Caja de Pensiones de Madrid, aunque ésta, por su gran tamaño, parece forzosamente obligada a reducirse al venir aquí.Fragonard es un símbolo mayor en la pintura francesa. Pintor exquisito y fecundo, cierra la historia de la llamada pintura galante del siglo XVIII galo, una historia que fue abierta, a comienzos de esa misma centuria, por otro, pintor genial, Watteau. Comienzo y final, entre Watteau y Fragonard hay más separación que la meramente cronológica, aunque ambos se inspirasen en las fantasías amables del amor a la sombra de coquetos jardines y rústicas arcadias, tan del gusto de la decadente sociedad que agonizaba bajo los últimos monarcas borbones. Entre ellos hubo, en efecto, una separación de carácter, de sensibilidad e incluso de técnica, aunque en ningún caso de calidad artística, equiparable por excelencia en ambos.
Retratista
Por eso, tras haber tenido lugar hace un par de años la magnífica muestra de Watteau, la posibilidad ahora de poder contemplar reunidas más de 300 obras de Fragonard, entre óleos, dibujos y grabados, bien seleccionadas por Pierre Rosenberg, nos proporciona el material complementario esencial para comprender y gozar en toda su amplitud la significación y la belleza de la mejor pintura galante. ¡Y qué soberano pintor es Fragonard! En la exposición están sus más célebres composiciones, revelándonos la delicadeza y el virtuosismo geniales, pero además, ¡cuántas sorpresas! La simple galería de retratos es un ejemplo, no sólo por su soberbia calidad, sino por la influencia que van a tener en toda la pintura posterior, desde Daumier a Corinth.La importancia de Lucio Fontana en el arte contemporáneo es excepcional. Fundador de la corriente espacialista, Fontana es el equivalente europeo a J. Pollock, por muy diferentes que fueran las personalidades de ambos. Variado, versátil, desigual y extraordinariamente sutil, casi hasta lo impalpable, no creo que haya nada más dificil que afrontar el reto de montar una buena retrospectiva de Fontana. Han existido intentos notables previos, como los del Museo Guggenheim de Nueva York y de Milán, pero ninguno que se pudiera comparar con este del Pompidou, un alarde de inteligencia crítica, excelente selección de obra y sensible montaje.
Está todo Fontana y del modo preciso como para entender su mundo en sí y la belleza que irradia. El precedente local que tuvimos en el palacio Velázquez de Madrid en 1982 cuando se exhibió allí otra muestra de Fontana ha resultado un punto de referencia muy útil de cómo no basta con reunir obras de un autor para penetrar en su más preciado centro. Con la del Beaubourge s logra de manera absoluta, por que está hecha, no con, sino desde Fontana.
Babelia
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