El golpista Rico huye de la justicia militar argentina
El teniente coronel Aldo Rico, de 45 años, cabecilla de la sublevación militar de la pasada Semana Santa, volvió a protagonizar una rebelión al huir de la residencia donde estaba recluido y desobedecer una orden de la justicia militar argentina para presentarse ante un juez. Sin embargo, según las informaciones de que se disponía anoche, y a diferencia de la crisis de abril pasado, ninguna unidad se adhirió al oficial rebelde. La fuga de Rico, ocurrida en la madrugada del viernes, dio paso a todo tipo de especulaciones.
Noemí Crocco, la esposa de Rico, aseguró que su marido sufrió un atentado, está herido "aunque no de gravedad", refugiado en un domicilio particular e indicó que quizá se trasladaría al Hospital Militar. El ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, tachó de "una versión" las palabras de la mujer del militar y negó que en la residencia donde estuvo Rico, en régimen de prisión preventiva atenuada, se hubieran producido disparos.No obstante, tras el posterior examen de la vivienda por la policía, el juez Pablo Quiroga, encargado de investigar la denuncia de atentado, confirmó que las paredes de la finca de Bella Vista tienen impactos de balas. Los periodistas presentes en el lugar habían declarado que a las cuatro de la madrugada de ayer se escuchó una ráfaga de ametralladora en el interior de la casa que ocupaba el teniente coronel y una decena de acólitos.
Jaime Malamud Goti, fiscal del Estado, ordenó el procesamiento del ex mayor Ernesto Barreiro, iniciador de la rebelión de Semana Santa y portavoz del prófugo. Asimismo ordenó requisar la residencia y "todo lugar" que determine la investigación judicial.
"Normalidad"
Desde el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor del Ejército se difundieron ayer múltiples comunicados en los que reiteró la "absoluta normalidad" reinante en todas las unidades militares del país. A su vez, la Marina y Fuerza Aérea indicaron que en sus guarniciones no había novedades y opinaron que la situación creada con la fuga de Rico es "un problema interno del Ejército".
Los únicos movimientos de tropas se registraron esta madrugada cuando una columna de nueve tanques llegó al Colegio Militar de Buenos Aires, donde se estableció el centro de operaciones para reducir a Rico y sus seguidores. El Ministerio de Defensa desmintió que se haya ordenado la baja de algunos jefes de guarniciones por negarse a movilizar sus efectivos para capturar al teniente coronel prófugo.
El coronel Hugo Beltramino, juez de instrucción militar en la causa de Rico, ordenó al oficial presentarse ante su juzgado, pero el portador de la notificación no encontró a nadie en la residencia que alojaba al paracaidista. Ante esa eventualidad, el juez declaró a Rico en rebeldía, dictó orden de captura y dio parte a los organismos de seguridad para aprehender al prófugo.
Juan Carlos Slaiman, un civil que se identificó como secretario privado de Rico, explicó que el militar huyó porque la orden para presentarse ante Beltramino obedeció a presiones del alto mando sobre el juez y no a un proceso justo, como exigió el teniente coronel para ponerse a disposición de la justicia castrense. La esposa de Rico, a su vez, señaló que el abandono de la residencia se debió a la herida sufrida en el supuesto atentado.
"Mesianismo y voluntarismo"
El Estado Mayor del Ejército difundió un duro comunicado en el que expresó que la actitud de Rico y sus seguidores pone en evidencia "un trasfondo de mesianismo y voluntarismo incompatibles con el sistema institucional de la República". El texto agrega que la fuga es "una violación ostensible de las leyes militares", lo que agrava la situación jurídica del militar rebelde.
Los partidarios de Rico publicaron en el diario Ámbito Financiero, convertido en portavoz de los rebeldes, un texto que ordena "la alerta roja", la máxima medida preventiva, para las supuestas unidades castrenses afines a los sublevados. Ninguna guarnición se declaró en alerta roja. En ese mensaje se desconoce además la autoridad del jefe del Estado Mayor del Ejército, general Dante Caridi.
Pero en apariencia, los rebeldes gastaron toda su pólvora en salvas, puesto que ninguna guarnición ni oficial alguno se sumó a las propuestas de los carapintada, denominados así porque en el alzamiento de la Semana Santa última los rebeldes tiznaron sus rostros. La tranquilidad que exhibieron ministros y dirigentes políticos hace pensar que en círculos oficiales y de la oposición no se otorgó una importancia excesiva al nuevo paso de Rico. No obstante, los pronunciamientos desde diferentes sectores políticos de condena a la actuación del teniente coronel Rico y de respaldo al sistema democrático, se sucedieron a lo largo de toda la jornada.
El presidente Raúl Alfonsín acudió temprano a la Casa Rosada (sede de la Presidencia), para seguir las incidencias del amago de crisis y por la tarde se trasladó a su residencia en Olivos, en las cercanías de Buenos Aires. Aunque el presidente de la Cámara de Diputados, Juan Carlos Pugliese, aventuró la posibilidad de que a consecuencia de la inestabilidad castrense el mandatario argentino pudiera suspender un viaje previsto para el próximo 20 de enero a Suecia, con una escala en Madrid a su regreso.
En previsión de una complicación de los acontecimientos, Antonio Cafiero, presidente del principal partido opositor, el Justicialista (peronista), citó a los máximos dirigentes de esa agrupación política para seguir el desarrollo de los hechos. Otras organizaciones, como el centroizquierdista Partido Intransigente, pidieron al presidente Alfonsín que ejerza con vigor su autoridad como jefe máximo de las Fuerzas Armadas.
Rico seguía anoche en paradero desconocido, en tanto que los oficiales que lo acompañaban habían desaparecido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.