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Panamá vive bajo la psicosis de invasión norteamericana

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIAL, Panamá vive bajo la psicosis de una invasión norteamericana. Para unos es la esperanza de poner orden en el caos que vive actualmente este país, y para otros es la amenaza de acabar con un régimen que se había separado de la estricta voluntad de Washington; pero para todos es un hecho habitual -26 intervenciones en 85 años de independencia- en la historia de esta república de dos millIones de habitantes, sede permanente de los 10.000 soldados del Comando Sur y escenario ahora de maniobras militares norteamericanas.

Muchos extranjeros hacen sus maletas para huir de lo que creen que se avecina. Las cadenas de televisión norteamericanas instalan antenas en las habitaciones de sus hoteles para afrontar una eventual situación de emergencia. Todo el que puede se aprovisiona de alimentos a la espera del día D, en el que la brigada 193 del Ejército de Estados Unidos cruce la zona del canal y ocupe los puntos estratégicos de la capitalEn los televisores de este país está permanentemente conectado el canal 8 del Comando Sur para conocer las instrucciones que se dan a los soldados norteamericanos. Por ahora sólo aparece cada cinco minutos un letrero que comunica que las fuerzas de Estados Unidos se encuentran en alerta alfa, por lo que se recomienda a las tropas no circular por las calles de la ciudad.

La unidad de élite del Ejército panameño, el Batallón 2000, se encuentra, a su vez, en estado de máxima prevención, dispuesto a intervenir. Dos tanques cuidan la entrada de una de las oficinas del jefe del Ejército panameño, general Manuel Antonio Noriega. La resistencia, dicen fuentes próximas a los militares, no sería, sin embargo, en la ciudad de Panamá, sino en las montañas. Varias unidades tienen planes para refugiarse allí en el caso de que se produzca la invasión.Nadie cuenta con una gran resistencia por parte de la población. A favor de esta impresión juega, primero, la historia que habla de intervenciones incruentas cada vez que los norteamericanos han decidido resolver con sus soldados los problemas internos panameños, ya haya sido para poner fin a una huelga de maestros, o para reprimir una manifestación en defensa del derecho de Panamá a que su bandera ondee en el canal.

Tampoco el régimen del general Noriega cuenta con un grado de respaldo popular que haga pensar en la posibilidad de resistencia a una invasión. Todo el aparato político montado por Omar Torrijos se encuentra en desbandada, y sólamente entre las fuerzas armadas se ha seguido cuidando ligeramente el valor del nacionalismo. La población está mucho más preocupada por la crítica situación económica, que hace temer que muy pronto los panameños, lisa y llanamente, no tengan para comer.

Entre los torrijistas y los que respaldan al general Noriega existe un ambiente de desmoralización y de fatalismo, mientras que un miembro de la Cruzada Civilista, la organización que ha dirigido las protestas contra Noriega, admitía en privado que algunos opositores han barajado la posibilidad de bloquear el Canal para que EE UU pueda intervenir con la excusa legal de los acuerdos Torrijos-Carter.

[El juez Sinney Aronovitz, de Miami, se unió ayer a otros colegas de Nueva York y Boston y ordenó mantener el congelamiento de los fondos del Gobierno de Panamá en cuatro bancos de Miami hasta que se celebre una audiencia el próximo 16 de marzo, informa Reuter. Entretanto, la Comisión Bancaria de Panamá autorizó ayer la reapertura parcial de los bancos, aunque los clientes no podrán scar dinero de sus cuentas.]

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