Todas las violaciones
La primera violación de los derechos del pueblo palestino se dio con la Declaración Balfour (1917), que era y es jurídicamente inválida, y carece de fundamento legal, ya que el Reino Unido no poseía título alguno sobre Palestina ni derechos de propiedad, y carecía de autoridad para disponer del territorio palestino.La segunda violación fue la resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas (noviembre de 1947), con la partición de Palestina en dos Estados. En esta ocasión, como en la primera, no se consultó a la población y, en consecuencia, no se respetó la forma más elemental de manifestación que caracteriza el derecho a la autodeterminación. Por otra parte, la partición favoreció en términos territoriales, estratégica y económicamente, a la comunidad judía sobre el pueblo palestino. La resolución 181 viola el artículo 2/7 de la propia Carta de la ONU, además del Pacto de la Sociedad de Naciones y del mandato sobre el futuro del pueblo palestino, su autodeterminación y soberanía.
Han transcurrido ya 40 años desde la implantación del Estado de Israel, y hay que destacar el carácter expansionista y agresivo de dicho Estado desde el día mismo de su autoproclamación, por una parte, y por otra, dibujar el trayecto recorrido por la comunidad internacional organizada que ha desembocado en un reconocimiento pleno del derecho de autodeterminación del pueblo palestino. Este camino paralelo desemboca en la siguiente constatación: primero, que el Estado de Israel, al margen de la ilegalidad de su nacimiento, se está autoexcluyendo de la comunidad internacional por su comportamiento contrario a los principios de las Naciones Unidas, que rigen las relaciones entre los Estados, naciones y pueblos. Segundo, que las decisiones adoptadas en los últimos años, sobre todo en los últimos meses, a raíz del levantamiento popular palestino, la comunidad internacional está en contra de los criterios que en su día inspiraron la adopción de la resolución 181. Sólo EE UU permanece junto a Israel en la mayoría de las resoluciones y recomendaciones de la ONU.
Colonización judía
La personalidad del Estado de Israel se refleja por los siguientes rasgos caracterizadores: en primer lugar, está el tema de los refugiados palestinos, problema que se acrecentó al extenderse Israel a territorios que la resolución 181 adjudicaba al futuro Estado palestino. Los colonos judíos expulsaron a los habitantes palestinos de Tiberiades, Haifá, Jaffa, Acre... A principio de los años cincuenta los refugiados sobrepasaban el millón, a pesar de que el mediador de las Naciones Unidas, el conde Bernadotte, recomendara el 29 de noviembre de 1948, con la resolución 194, el retorno de los refugiados a sus hogares. En cambio, el Parlamento israelí aprobó en 1950 la ley del "derecho al retorno" a los que practican el judaísmo; en otras palabras, que cualquier judío en el mundo tenía derecho a emigrar a Israel.
Después de 40 años:
- Israel ocupa la totalidad del territorio palestino, y no acepta hasta hoy la resolución 242 del Consejo de Seguridad, que solicita su retirada de los territorios ocupados en 1967.
- Israel se anexiona Jerusalén en contra de otra resolución de las Naciones Unidas.
- Israel se anexiona los Altos del Golán, territorio sirio.
- Israel ocupa el sur de Líbano desde 1976.
- Israel no acepta, ni tiene intención de aceptar, según las declaraciones de sus dirigentes, ninguna resolución de las Naciones Unidas. El primer ministro israelí, Isaac Shamir, declaró hace unos días que la orilla occidental del Jordán y la franja de Gaza son una parte de Israel.
Después de 40 años:
- Israel sostiene regímenes dictatoriales, tales como los existentes en Honduras, Guatemala, Chile y El Salvador. Les proporciona, armas, aviones y tanques, expertos en tortura y desapariciones. Por esta razón, los sandinistas rompieron sus relaciones con Israel, al descubrir, en una de tantas, que este Estado mantenía al ex dictador Somoza, proporcionándole todo lo necesario. Tampoco hay que olvidar las relaciones que mantiene Israel con el régimen racista de Suráfrica.
- El trato dado por Israel a los palestinos de los territorios ocupados ha constituido siempre una flagrante violación de los derechos humanos más elementales. El elenco de textos de la ONU denunciando estas violaciones e instando a Israel a dar cumplimiento a los compromisos contraídos, tras su ingreso en dicha organización, como simple miembro de la comunidad internacional, es interminable.
- La puesta en práctica de una política de terror, con la demolición de viviendas y de poblaciones enteras, traslado de colectividades humanas, práctica cotidiana de la tortura y la expulsión de personalidades relevantes. Es un terrorismo de Estado que persigue un objetivo muy concreto, al igual que todo terrorismo estructural: aniquilar al enemigo.
Hay formas específicas de lucha que históricamente han desarrollado los pueblos para expresar su rechazo frente a una ocupación extranjera; no se ha invocado gratuitamente el precedente de la Resistencia Francesa en una lucha contra el Ejército alemán de ocupación durante la Segunda Guerra Mundial. Habría que recordar que el derecho a la autodeterminación es uno de los más elementales derechos humanos, por no decir el fundamental, de carácter colectivo, como se declara en la resolución 1514 (XV) y, especialmente, en la resolución 2625 (XXV), ambas de la Asamblea General.
- El reconocimiento, por parte de la comunidad internacional, del pueblo palestino como sujeto del derecho internacional, con capacidad suficiente para ejercer el derecho a la autodeterminación sobre el territorio de Palestina. Más aún, el establecimiento de una paz justa y duradera en Oriente Próximo. El pueblo palestino no es un puñado de refugiados, es un sujeto dotado de derechos inalienables. Este reconocimiento se repetiría en la resolución 3210, en la que se afirma que el pueblo palestino es la principal de las partes interesadas en la cuestión palestina; y, finalmente, en la resolución 3236, en la que la Asamblea General, en 1974, ratifica su autodeterminación, independencia, soberanía y el retorno a sus hogares, además de recobrar sus derechos por todos los medios a su alcance, según la Carta de las Naciones Unidas. La resolución 3237 (1974) otorga a la OLP la condición de observador ante las Naciones Unidas. A partir de esta fecha histórica, no sólo para el pueblo palestino, sino también para el futuro de todos los movimientos de liberación nacional, la OLP ha ido obteniendo un reconocimiento pleno como representante único y legítimo del pueblo palestino, cuyos derechos han sido aprobados por las más altas instancias de la comunidad internacional organizada, tanto a nivel universal como a nivel regional, por ejemplo, la Declaración de Venecia (1980) de la Comunidad Europea. Esta toma de conciencia, favorable a la causa palestina, ha registrado últimamente una profundización en la que se pasa a una fase más activa frente a la negatividad de Israel a reconocer el hecho nacional palestino. En el párrafo 4 de la resolución 33/28A de la Asamblea General (7 de diciembre de 1976) se consagra el derecho al retorno y la libre determinación, a la independencia nacional y soberanía. La afirmación de este derecho es la base sobre la cual habrá de edificarse el futuro Estado palestino, para cuya consolidación las Naciones Unidas deberán proporcionar la asistencia económica y técnica necesaria.
En relación a una conferencia internacional de paz, el pueblo palestino, representado por la OLP, apoya su celebración, depositando en ella grandes esperanzas, ya que puede eliminar la ocupación de su patria y hacer que logre su soberanía.
Exigimos una conferencia bajo los auspicios de las Naciones Unidas, con la participación de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y las partes implicadas, incluyendo la OLP, en pie de igualdad con todos los demás. La postura israelí es sobradamente conocida, como todo lo relacionado con el pueblo palestino. El Likud reafirma su postura tradicional, alegando que "los territorios ocupados son una parte indivisible de Israel". Por otro lado, Simón Peres, debido a sus compromisos internacionales, especialmente en la Internacional Socialista (IS), tiene una postura ambigua y engañosa. No rechaza la conferencia abiertamente, sino que la acepta con condiciones, excluyendo a la OLP, único y legítimo representante del pueblo palestino. No aceptar a la OLP es una fórmula para rechazar la conferencia de paz y de imposibilitar su realización. Una conferencia de paz sin la OLP, representante legítima del pueblo palestino, así reconocido por las Naciones Unidas y un gran número de Estados y Gobiernos, sería una burla para el ordenamiento jurídico internacional y un engaño a la opinión pública mundial.
En los últimos cuatro meses, con esta nueva forma de resistencia, con piedras, se ha quedado Israel al descubierto; después de 40 años se da cuenta el mundo y los propios israelíes que no solamente no se ha creado un Estado de derecho, sino que ni tan siquiera se ha creado un Estado. Sólo se ha creado un ejército que reprime, asesina. La comunidad internacional va conociendo ahora al Estado de Israel, pero el pueblo palestino lo conoce bien desde hace 40 años.
Automarginación
Finalmente, debe señalarse que los episodios que ensangrientan durante los últimos cuatro meses a los territorios ocupados no constituyen una novedad en la conducta represiva y antihumanitaria del Estado de Israel. Pero sí han servido para que la opinión pública recuerde nuevamente el drama del pueblo palestino y se solidarice con su causa. Un Estado cuya norma habitual es la violación constante de los derechos humanos no sólo se niega a sí mismo su pregonado carácter democrático, sino que se automargina de la comunidad internacional.
El pueblo palestino, por su parte, con esta autoafirmación de su personalidad histórica y jurídica, no sólo hace valer su derecho de resistencia ante la opresión ejercida por Israel en los territorios bajo ocupación militar, sino que también, con extrema prudencia y sin responder a las provocaciones israelíes, ejercita su derecho a la vida y a la supervivencia con todos los medios legítimos a su alcance.
El pueblo palestino sabe que no está solo en su combate. Cada vez son más sus amigos y aliados. Estados, Gobiernos y pueblos están a favor de la constitución de un Estado palestino, Estado que será democrático, por esencia, y cuya realización es la causa indispensable para una paz justa y duradera en Oriente Próximo. Esto es algo que conocen muy bien los cada vez más numerosos judíos de todo el mundo y del mismo interior de Israel.
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