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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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De cómo eliminar por acuerdo lo que se quiere tirar a la basura

Andrés Ortega

De los 1.000 misiles balísticos intercontinentales (ICBM) de que dispone Estados Unidos, casi un 70% están a punto de cumplir 20 años. La mitad de los ICBM norteamericanos y gran parte de los submarinos y los bombarderos estratégicos pueden quedar obsoletos en dos años. Igual puede ocurrir en la Unión Soviética con buena parte de los misiles que serian objeto de un acuerdo para reducir a la mitad las armas estratégicas. Como indica un experto, un acuerdo serviría para suprimir con un manto legal unas armas destinadas a la basura.

Esta es una afirmación que puede resultar algo exagerada, pero no por ello menos real. Las superpotencias están más o menos de acuerdo en lo que hay que eliminar. Pero están en desacuerdo sobre las nuevas armas nucleares que quieren desplegar o producir. Y la negociación se sitúa asimismo en un marco en el que el arma nuclear está perdiendo importancia.

Algunos expertos indican que Estados Unidos podría, incluso sin acuerdo de control de armamentos, reducir en un 75% sus fuerzas estratégicas sin que pasara nada grave. Claro que esto no es lo que piensa su Junta de Jefes de Estado Mayor (JCS), que ha venido frenando un acuerdo.

La carga total nuclear en manos de Estados Unidos es en la actualidad la mitad que en 1970, y también se ha reducido en la URSS. La carga media por vector también ha ido siguiendo en los últimos años una tendencia a la baja. La OTAN, por su parte, independientemente del tratado para eliminar los misiles nucleares de alcance intermedio (INF), también ha reducido dramáticamente su armamento. Y no por amor al arte, sino porque estas armas ya no son tan necesarias.

La tecnología ha mejorado espectacularmente la precisión de los misiles. Los Minuteman II de 1966 (según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos), tenían, y tienen, una precisión de 370 metros tras un vuelo de 11.300 kilómetros. Los MX, con parecido alcance, tienen una precisión de 100 metros. Y la precisión de los misiles de crucero, lanzados desde tierra, aire o mar, tienen una precisión que se cuenta en decenas de metros.

"Cuando mejora la precisión, la carga nuclear necesaria para destruir objetivos militares protegidos se reduce también dramáticamente, hasta el punto de que algunos de los misiles de crucero de hoy día podrían, equipados con cabezas convencionales, cumplir la misma función", según el estudio Disuasión discriminada elaborado por un importante grupo de expertos norteamericanos. Añaden que en la próxima década, incluso, bastarían algunos ICBM con cargas nucleares. De ahí la conclusión, respecto a las cargas nucleares, de que "se necesitan menos armas para atacar objetivos militares y los daños colaterales a la sociedad civil se pueden mantener a niveles muy bajos o evitarlos en su totalidad".

La última edición del Poderío Militar Soviético, publicada por el Pentágono, recoge, naturalmente, la llegada de nuevas armas nucleares, como el misil SS-24, pero también nota un cambio en la doctrina soviética: "El profundo efecto de la nueva tecnología no nuclear en la guerra moderna ha disparado amplios cambios en la doctrina y estrategia militar de la URSS", ha aumentado la amenaza y los probables daños a las fuerzas soviéticas por parte de enemigos potenciales, y "ha ofrecido nuevas capacidades y oportunidades a las fuerzas soviéticas con armamento que incorpore estas tecnologías".

La situación en cuyo marco se están produciendo las Conversaciones sobre Reducción de Armas Estratégicas (START), es, pues, doble: por una parte, se pueden usar armas llamadas convencionales para misiones antes reservadas a las nucleares; por otra, para las armas nucleares que quedan hay que encontrar un uso, o posible uso, o amenaza de uso, sin por ello caer en una postura suicida. La tendencia hacia la racionalización de la guerra nuclear ha sido constante en Estados Unidos desde los años setenta. Y ello lo facilita la creciente miniaturización de las cargas nucleares.

Las nuevas armas nucleares, al igual que las convencionales, para reemplazar a las viejas cuestan más dinero que antes. De ahí también que los problemas de modernización del arsenal estratégico lleven, por su propia tendencia al alza en el coste de los productos, a una reducción como la que contemplan por acuerdo EE UU y la URSS. El futuro puede tener menos armas, aunque más precisas y utilizables.

Arsenales estratégicos

Por todo ello, un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Soviética para reducir en un 30% o 50% sus arsenales nucleares es algo, en su globalidad, relativamente fácil de lograr. De hecho, las grandes líneas del acuerdo se produjeron en la cumbre de Reikiavik (1986, en la que se llegó incluso a hablar de eliminar todos los misiles balísticos) y se concretaron posteriormente el pasado diciembre en Washington. Los desacuerdos se centran no sobre lo que se elimina, sino sobre cómo repartir lo que queda (es decir, los llamados sublímites). Estados Unidos, y también la URSS, están inmersos en programas de fabricación de misiles de crucero que desplazarán hacia el mar (y también hacia los aviones) la carrera nuclear.

Estas son además armas en teoría no cubiertas por tecnologías como las de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), tal como ésta parece planteada y si llega alguna vez a funcionar. Este cambio, dicho sea de paso, borra también las diferencias entre vanguardias y retaguardias en las alianzas.

Estados Unidos está intentando ahora, en las conversaciones START de nuevo, como lo hizo en las SALT, un proceso de educación de los soviéticos. Quiere convencerles de que concentrar las armas en el mar, eliminar los misiles móviles en tierra y desarrollar los misiles de crucero aumenta la estabilidad. Pero, claro, estas son todas áreas en las que Estados Unidos va por delante.

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