Los revendedores pasan lista en la noche
Son escandalosos y de lengua ligera a pesar de estar semiadormecida por el alcohol. Pinta desaliñada, aspecto de pocas preocupaciones y mirada mercantil. La comodidad que les proporcionan las barras de los bares ha dado al traste en más de una ocasión con una esperanzadora carrera. Han desistido de ser reventas profesionales y se han quedado en siervos, fieles empleados de los que no abandonaron la escuela del trapicheo.¡Como las cuadrillas y los fieles admiradores, van de feria en feria. Ahora toca el turno en Madrid y hacen de los aledaños de Las Ventas su hogar. Saben por experiencia que ahora las cosas están más difíciles y que a pesar de que la feria tiene 25 espectáculos sólo podrán trabajar a conciencia seis, a lo sumo 10 días. El resto del tiempo tendrán que buscarse la vida para comer, beber más bien, y echar alguna canita al aire. Ir a los toros no es problema y dormir tampoco. Esto lo hacen en el hostal Las Ventas. Emplazan en esa zona de apenas un kilómetro cuadrado toda su actividad.
José Antonio pasa los 50. Dic:¡e que es de Madrid, de Carabanchel, por más señas: "Me crié al lado de la plaza de Vista Alegre". Allí aprendió a encontrar la comodidad en el bolsillo ajeno y dio inicio a lo que se prometía espectacular carrera. Se truncó en la barra de muchos bares, y de los primeros y únicos tiempos de esplendor sólo quedaron algunos contactos. Entre trago y trago no le dio demasiada importancia a verse degradado por él mismo, no se dio tiempo a plantearse que tendría que empezar a verse como un empleado de quien no se dejó arrastrar por la comodidad.
Trabaja durante las 24 horas del día sin horario concreto. Lo más duro es la noche, allí en los soportales de Las Ventas, mal durmiendo, con un ojo siempre abierto y los oídos espabilados para contestar cada vez que el oficial haga recuento. "Pasan lista tres veces durante la noche. Viene el tío y si no estás en tu sitio te echa el borrón y ese día ni cobrar, ni tampoco puedes negociar tú mismo porque no te dejan sacar las entradas".
El contrato recoge en letras subrayadas que no se puede dejar el frente durante la noche. Que se tiene que coger sitio en la cola, en los primeros puestos de la cola, y, si es posible y si no también, reservar lugares en al menos otras dos taquillas. Por ese arduo trabajo percibirá la cantidad de 3.000 pesetas, una entrada para los toros que se puede revender si se quiere, y si se tiene buen cartel con el jefe, un vino.
Por la mañana acudirá el capataz del grupo junto con el vigilante nocturno. Pasarán lista, pagarán y encargarán a un sustituto de mejor aspecto que ocupe el lugar, alguno de los lugares, que José Antonio y sus colegas de profesión han reservado durante la noche y han defendido a capa y espada.
Cuatro entradas por turno
Se valorará la capacidad y la destreza a la hora de ocupar lugares ya que por cada turno se pueden comprar cuatro entradas. Uno de los capataces que tenga un buen plantel puede acaparar unas 30 o 40 entradas. Una vez finalizada esta tarea comenzará la fase publicista y de distribución. Los mandos intermedios de las empresas de la reventa ocuparán las zonas específicas según sean entradas de sol, de sombra o de sol y sombra. Las entradas de sol se concentran en la explanada más cercana a la puerta de Madrid, entre la salida del metro y las taquillas del 20%, teniendo como centro de operaciones el quiosco situado en aquella zona. Las entradas de sombra se esparcirán en el área que está comprendida entre De Torres, la escalinata de subida a la avenida de los Toreros y el otro quiosco taurino. Por último, las entradas de sol y sombra tienen su mercado idóneo en la zona de la calle Bocángel, en cualquiera de los bares típicos de la tarde taurina.
Babelia
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