_
_
_
_

Un bar-museo reúne una insolita colección de autómatas

Maurice Chevalier agota una eterna botella de champana, mientras King Kong ensaya una mueca de dolor. Son viejos autómatas recuperados por Pablo Ornaque, "un chalado del coleccionismo", como él mismo se define. Un modesto rótulo anuncia La Fira, un bar más museo que establecimiento de bebidas, en una céntrica calle de Barcelona, donde Ornaque ha reunido una de las colecciones de autómatas más interesantes de Europa y toda suerte de máquinas Y artilugios de feria, procedentes en su mayoría del desaparecido parque de atracciones Apolo, como una herencia de los mejores tiempos del Paralelo barcelonés.

Futbolines de la época de Zarra, máquinas tragaperras centenanas, caballitos de feria que han abandonado su monótono movimiento, columpios que han suplantado a los taburetes, autos de choque antediluvianos, paneles para fotos cómicas que ofrecen la posibilidad de ser torero por un instante, diablos de carton piedra que ya no sobresaltan a nadie en la negritud de una gruta con raíles de tren. Ornaque ha logrado reunir una colección de más de 400 piezas, entre autómatas y artilugios de feria, de los que expone 15 autómatas y unas 40 piezas de feria.Pero este universo ferial tiene sus propias vedettes. Son los automatas, algunos de los cuales son piezas únicas en el mundo y que Pablo Ornaque ha recuperado de los lugares más insólitos.

El primer autómata con el que se- tropieza al entrar en La Fira lleva por nombre El magnat. Representa a un hombre de tamaño natural, que fuma con placer un gran puro. Es la imagen arquetípica del burgués del siglo pasado, de cuyas postrimerías data su construcción. Junto a él, Don Quijote y Sancho Panza, construidos a finales del siglo XIX o principios del XX, son todo un espectáculo con sus 22 movirnientos distintos. Por moverse, hasta se mueven la lanza y la cabeza del caballo del jinete que aparece en una de las páginas del libro que sostiene el ingenioso hidalgo. "Es uno de los autómatas más complejos que existe", explica Ornaque.

Siete millones de pesetas

Un poco más allá, y también a tamaño natural y de un gran realismo, Maurice Chevalier llena y llena su copa de champaña sin que nunca se le suban las burbujas a la cabeza. Este autómata data de principos de siglo y está construido con una mezcla de papel maché y plomo. Del valor de esta pieza da buena muestra la oferta que su dueño recibió el mismo día de la inauguración del bar-museo, el pasado 19 de abril, cuando un cliente le ofreció siete millones de pesetas por él. Pero si de alguno de los más de 15 autómatas que se pueden ver en La Fira está satisfecho Ornaque es del guardia municipal del Ayuntamiento de Barcelona, que, construido en 1890, es una pieza única. "El guardia municipal es tan representativo de Barcelona como puede serlo el perríto de Javier Mariscal", sentencia su dueño.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_