Leslie P. Williams
Un bombero mercenario para incendios de alto riesgo
Cuando se encasqueta el sombrero de vaquero y se calza las botas camperas no hace falta que le diga a nadie que nació en Tejas. Sesenta años, andares desgarbados, casado y con dos hijos, Leslie P. Williams representa muy bien el prototipo de hombre de acción norteamericano. Su trabajo: apagar por encargo incendios de alto riesgo en instalaciones petroquímicas, vertederos de desechos tóxicos y buques cisterna. Cuanto antes consigue dominar el fuego más carburante salva y más cobra.
Su punto de partida: "Las técnicas contra incendios y sus equipamientos no están en absoluto al día respecto a la tecnología y actividades de la industria petroquímica, cuyo extraordinario desarrollo permite ver en la actualidad tanques de almacenamiento de hasta 120 metros de diámetro".Su arma: una espuma AFFF /ATC compuesta por tensoactivos fluorquímicos que forman una película acuosa sobre los líquidos inflamables, y la lanza LW-700, que permite distanciarse de las llamas más de 50 metros sin perder la efectividad de la acción.
Sus convicciones: "Apagar incendios es la cosa más divertida que se puede hacer con la ropa puesta".
Su padre fue carpintero, y su abuelo, ranger (guardia montado). En 1941 y 1942, Leslie P. Williams fue marino de los Estados Unidos especializado en el desmantelamiento de bombas y torpedos. Durante nueve años desempeñó el cargo de supervisor de la compañía química Jefferson de Tejas. En ese período contuvo 15 incendios sobre hidrocarburos. Más tarde se unió a Boots & Coots, compañía creada en 1978 por Boots Hansen y Coots Mattews (de ahí el nombre de la empresa), donde es actualmente ingeniero encargado de diseñar los planes de extinción y dirigir las operaciones en primera línea. "¿Miedo? Muchas veces. Quien no siente miedo es tonto, porque precisamente él te ayuda a superarte".
En los últimos 10 años, Leslie P. Williams ha luchado contra 20 incendios de alto riesgo en Estados Unidos, México, Brasil, África y diversas islas del Pacífico. Ninguno se le ha resistido. Entre ellos, le gusta destacar por su espectacularidad el rescate en Brasil de un buque cisterna con siete compartimientos en llamas, extinguido en cinco horas, y los 42 minutos empleados en sofocar las llamas de un tanque de gasolina de 46 metros de diámetro en el Estado de Louisiana.
Esta primavera, Williams se ha centrado en promocionar sus hazañas por distintos países de Europa, continente que aún ve como algo insólito las empresas privadas de bomberos. El tejano, a su vez, tampoco entiende muy bien por qué los cuerpos de lucha contra incendios están a este lado del Atlántico tan emparentados con la Administración pública.
Su afición: la caza mayor (la segunda cosa más divertida que se puede hacer, según él, con la ropa puesta). Construye además réplicas de modelos antiguos de escopetas.
Su domicilio: un rancho en el que cría muflones y "reses cornilargas que descienden de España". Es sorprendentemente este tema -la descripción anatómica de sus vacas- el que más entusiasmo levanta en su esposa. Sobre este punto, el matrimonio hace un inciso en la conversación, discute un par de minutos y no se pone de acuerdo.
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