¿Cantó James Brown?
Actuar, desde luego, sí actuó. Es más, montó un número que hizo muy poca gracia a la mayoría de¡ público que llenaba la sala y había pagado 2.300 pesetas por asistir al concierto. Cuando el cantante salió al escenario, su orquesta llevaba tocando media hora larga. Buenos músicos, buen ambiente y presagio de una noche caliente de musica negra. Las presentaciones de rigor, timbales y trompetas para recibir a la estrella mientras el público gritaba: ¡James Brown, James Brown! La primera canción fue Living in America, grabada en 1986, a los 30 años de haber conseguido su primer millón de discos vendidos. Algunos apuntes de pasos de baile, lanzamientos y recogidas de micrófono y muy poco más.La gente comenzó a tocarse la oreja en busca de la mosca c-.iando, tras introducir breveniente la tercera canción, James Brown desapareció entre bamhalínas mientras la orquesta se convertía de nuevo en protagonista. Largas improvisaciones de saxo, trompeta, baterías -había dos-, bajo y teclados. Resultado: en los primeros 90 minutos, el cantante apenas había esbozado cuatro canciones. Mientras tanto, el público parecía decidido a superar el estado de indignación para introducirse en el de resignación cristiana aliñada con buen humor.
James Brown
James Brown (voz), Charles Scherell (dirección y coros), Tony Cook y Arthur Dickson (batería), John Triggs (percusión), John Caster (guitarra), Jimmy Lee Moore (bajo), Larry Moore (teclados), Maseo Parker (saxo), Joe Collier (trompeta), Martha High (coros). Sala Jácara.Madrid, 13 de octubre.
Algunos músicos comenzaron a charlar entre sí, al tiempo que James Brown sacó a una joven a bailar agarrado. Después lo hizo con cinco más, de varios colores, volúmenes y edades. Incluso sacó a un varón para marcarse unos pasos con la vocalista. El público no sabía si reír o llorar. Un aficionado gritó: ¡Cómo te pasas, cabrón!, y continuó carcajeándose, partiéndose las muelas.
El resto, hasta superar las dos horas de concierto, fue un calco de lo anterior. En un momento, el cantante intentó su paso de baile característico: salto, pierna derecha extendida hacia delante, pierna izquierda atrás y ¡al suelo! Levantarse fue más duro, y James Brown demostró que ya no está para muchos trotes.
Hoy, apenas se reconoce aquella voz áspera, enérgica y dura, estrictamente negra, que lo convirtió hace un cuarto de siglo en precursor de un estilo que hoy tiene a Michael Jackson y Prince como estrellas fulgurantes. Tampoco permanece ese latigazo de fuerza que sacudía sus baladas ni la furia del Sex machine, porque 60 años de edad no pasan en balde. James Brown parece decidido a rentabilizar su decadencia, y esto siempre resulta cruel, aunque su falta de ética profesional en Madrid no podrá arrebatarle el lugar de honor que le corresponde en la música de nuestros días. Y como es un viejo y experimentado diablo, aún le quedan ramalazos de fiereza, guiños al pasado, que permiten exclamar con benevolencia: ¡Vaya con el abuelo! ¡Todavía se tira! Aunque ya no pueda levantarse.
Babelia
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