Un desarme óptimo en Europa
Como resultado óptimo ante las Conversaciones sobre Estabilidad Convencional que empezarán en breve entre los países de la OTAN y del Pacto de Varsovia el autor propone una reducción al 50% de los actuales efectivos de la Alianza Atlántica para los elementos más suceptibles de ser utilizados para una invasión.
Este artículo bosqueja un óptimo resultado para las conversaciones que comenzarán en breve entre la OTAN y el Pacto de Varsovia con vistas a la reducción de armamentos del Atlántico a los Urales. Prevé por parte de la OTAN un 50% de reducción a lo largo de un período de 10 años en las unidades militares tanto en lo relativo a armamento seleccionado como a personal activo de los ejércitos de tierra y aire, hasta llegar a los nuevos niveles de la OTAN. El proceso empezaría en Europa central, el área de mayor concentración de fuerzas OTAN-Pacto de Varsovia, con una reducción del 10% en la primera fase.El armamento elegido para esta reducción debería ser aquel con mayor capacidad para invadir, para ocupar territorio extranjero o para preparar dicha ocupación: misiles tierra-tierra, aviones para ataque en tierra, helicópteros armados, artillería y cohetes, tanques y transportes para personal armado.
En fases posteriores, el proceso de reducción se extendería al personal activo del ejército de tierra y del aire de ambos bandos, una vez se haya repetido el intercambio de datos y que la verificación de medidas para controlar la reducción de armas haya demostrado su eficacia y creado experiencia en las técnicas verificadoras.
No habría limitación en lo concerniente a armamento más defensivo que de ataque: armas antiaéreas y antitanques, minas y obstáculos, interceptores de aviones y helicópteros de transporte. Las dos últimas tendrían características perfectamente definidas para restringir su capacidad de ataque en tierra.
El acuerdo preverá amplios y permanentes intercambios de información, restricciones para actividades y despliegues militares, verificación y puesta en práctica durante un período de 10 años.
Alcance más limitado
Lo que quedaría de ambas alianzas después de las reducciones acordadas sería una fuerza con movilidad y alcance más limitados, teniendo una mayor importancia los elementos defensivos. Cada alianza poseería un número considerable de aviones para el ataque en tierra, helicópteros armados y tanques, ante la eventualidad de cualquier ataque, pero no el suficiente como para dominar sobre la capacidad defensiva de la otra. Las coacciones, el intercambio de información y las medidas verificadoras no sólo impedirían la preparación de un ataque por sorpresa o la movilización total, sino que incluso advertirían de manera eficaz sobre tales preparativos.
Los misiles nucleares de al cance táctico y la artillería nu clear se reducirían drásticamen te, aunque seguirían existiendo por lo menos en esta fase. Este planteamiento prevé algunas reducciones en armamento nuclear, como los misiles aire-tierra para aviones y grandes recortes en el número de cabezas para proyectiles de artillería y misiles tierra-tierra, de alcance táctico.
Sin embargo, mientras la URSS conserve un gran stock de armas nucleares estratégicas, los países de la OTAN deberán mantener, para contrarrestarla, un equivalente nuclear estratégico.
El primer y principal objetivode este planteamiento es hacer desaparecer de un modo controlado y seguro un enfrentamiento militar cada vez menos funcional, de forma que se garantice un menor riesgo para cada una de las partes durante el proceso de reducción y se ahorre dinero para otros fines ajenos a defensa. Las reducciones propuestas permitirían rebajar en un 50% el gasto de defensa de EE UU para la OTAN y de los, presupuestos de los países europeos de la OTAN.
Un segundo objetivo es hacer que el éxito de un ataque -ya sea por sorpresa o después de una movilización total- resulte aún menos probable de lo que pueda parecer ahora.
El tercer objetivo es facilitar el logro de otros acuerdos Este-Oeste para el control de armas -incluyendo una reducción negociada y una restricción del potencial nuclear de todos los países- y para fomentar actitudes independientes en ambas alianzas, dirigidas a hacer desaparecer el enfrentamiento Este-Oeste en Europa.
Un cuarto objetivo consiste en reducir aún más la probabilidad de éxito de una intimidación política por parte de la URSS sobre Europa occidental basada en poderosas fuerzas militares (o teóricamente a la inversa), dando seguridades con medidas efectivas a quienes en Occidente se inquietan ante la posibilidad de que en algún momento los países miembros del Pacto de Varsovia utilicen sus fuerzas armadas para llevar a cabo una agresión.
Un objetivo final es lograr una protección contra cambios negativos en la política y actuación soviéticas. La OTAN continuaría manteniendo una estructura activa de reserva y un poder nuclear de disuasión.Está de moda criticar la reducción de fuerzas hasta la igualdad, porque se cree que puede ser un paso hacia abajo en la resbaladiza pendiente de futuras reducciones incontroladas o ser la continuación de una situación inestable en un plano de fuerzas inferior. El planteamiento que aquí se presenta utiliza el principio de igualdad como una guía para las reducciones, se centra en las armas de ataque, permite ampliar las fuerzas defensivas y además da estabilidad a la situación resultante a través de un fluido intercambio de información y medidas de coacción y verificación.
Indicios
Los mayores obstáculos para llevar a cabo este programa de reducciones son las actitudes cerradas y los derechos adquiridos por ambas partes en Europa. Indicios para una respuesta negativa de la URSS a las propuestas de reducción occidentales incluyen:
1. La actual superioridad numérica de las fuerzas del Pacto de Varsovia en muchas de las armas más importantes, que los dirigentes pueden considerar muy ventajosa y por tanto sin deseos de desperdiciarla a falta de un quid pro quo (una cosa por otra) occidental de idéntico valor militar.
2. El alcance de las concesiones que solicitará Occidente.
3. Lo conservador de la doctrina soviética de defensa, que se basa en masivos contraataques desde posiciones avanzadas.
4. El status cerrado en la URSS del Ejército de Tierra, que es la rama más antigua de las fuerzas armadas.
5. El temor compartido por los dirigentes soviéticos y de lospaíses del Pacto de Varsovia sobre los posibles efectos desestabilizadores en Europa oriental de una retirada soviética masiva.
Por parte de la OTAN, los expertos en defensa y los altos mandos militares que llevan la voz cantante para establecer la postura negociadora de la OTAN están basando su planteamiento para las próximas conversaciones en la asunción de que el enfrentamiento militar Este-Oeste continuará indefinidamente y que, su misión es proteger la escasa capacidad defensiva de la OTAN. Miembros de este grupo ven las negociadiones Este-Oeste con temor, considerándolas más una trampa que una oportunidad.
Hoy existe menos voluntad en la OTAN para efectuar reducciones en sus fuerzas convencionales que la que había cuando en 1973 comenzaron las negociaciones sobre reducción mutua (y equilibrada) de fuerzas-M(B)FR. Aunque un ataque soviético a Europa occidental resulte poco probable, la mayoría de los Go biernos de la OTAN no creen posible reducir las fuerzas de la Alianza porque éstas están poco extendidas a lo largo de una línea geográfica de defensa muy determinada, frente a las fuerzas del Pacto de Varsovia, que en la última década han mejorado su poder de ataque y movilidad.Una reacción ante los efectos negativos de las reducciones occidentales es poner en claro que si las nuevas conversaciones no dan resultados positivos en los cuatro o cinco próximos años, el equilibrio entre las fuerzas de la OTAN y las del Pacto de Varsovia será peor para Occidente de lo que habría sido si la OTAN hubiera logrado negociar un acuerdo de reducción que comprendiera mayores recortes por parte del Pacto de Varsovia.Esto se debe a la continua presión interna para una reducción unilateral a la que deberán enfrentarse los Gobiernos de la OTAN.
Los intereses que tiene la OTAN en su defensa avanzada y la relación entre fuerzas y espacio en la región central también pueden resolverse convenientemente.
Si se logra una amplia reducción asimétrica en la capacidad de invasión de las fuerzas del Pacto de Varsovia, sólo acompañada por unos cortes limitados de las de la OTAN, el Occidente debería ser capaz de reorganizar y reestructurar realmente sus defensas. Podría aprovechar las reducciones del Pacto de Varsovia y aun mantener una posición avanzada de todos los componentes nacionales de la OTAN ahora desplegados en la República Federal de Alemania.
Divergencia de opiniones
Los problemas de defensa de la OTAN se agravan por una amplia divergencia de opiniones entre los Gobiernos occidentales, así como también por dificultades en la dirección, debidas, en parte, a un descenso del prestigio norteamericano en Europa y a que EE UU está en un año de elecciones presidenciales. Por consiguiente, la Alianza probablemente llegará a las próximas conversaciones sobre fuerzas convencionales con una propuesta acordada en común sobre objetivos y tácticas, pero que está por debajo de lo habitual.
Pero esto no tiene por qué ser una desventaja; significa que la URSS deberá tomar la iniciativa acercándose a un interlocutor pasivo, pero que tiene una postura exigente. Este modelo de negociación puede resultar, una vez más, provechoso. Desde el punto de vista occidental, el modelo no es injusto. Occidente ve que los soviéticos tomaron la iniciativa para crear el enfrentamiento OTAN-Pacto de Varsovia en Europa y piensan que ahora deberían tomar la iniciativa para hacerlo desaparecer.
Sin embargo, sin una firme dirección desde la cúpula que impulse las nuevas conversaciones, pueden caer víctimas, en el status quo, de la combinación de obstáculos debidos a su propia complejidad. y a los derechos adquiridos. En pocas palabras, Occidente debe mantener el interés soviético por un resultado decisivo. Una manera de hacerlo es ofreciendo incentivos económicos en la forma de empresas conjuntas y créditos comerciales.
Un incentivo eficaz para que no decaiga el interés de los dirigentes políticos occidentales en un determinado proyecto ha sido la atención que tanto Parlamento como opinión pública dedicaron al tema.
Esto también deberán iniciarlo y mantenerlo los que abogan por el cambio en el caso de las próximas conversaciones, con la perspectiva de amplios cortes en los presupuestos de defensa de la OTAN.
fue jefe adjunto (1973 a 1978) y posteriormente (1978 a 1981) jefe de la delegación de EE UU en las negociaciones MBFR -Reducción Mutua y Equilibrada de Fuerzas- de Viena. Actualmente es asesor en control de armas para la Unión de Científicos Comprometidos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- PESD
- Guerra fría
- Opinión
- Diplomacia
- Conferencias internacionales
- Política exterior
- URSS
- OTAN
- Bloques políticos
- Tratados desarme
- Unión Europea
- Relaciones internacionales
- Conflictos políticos
- Bloques internacionales
- Historia contemporánea
- Organizaciones internacionales
- Partidos políticos
- Armamento
- Relaciones exteriores
- Historia
- Política
- Defensa