Botha se resiste a dejar la presidencia, pese a la presión de su partido
El presidente surafricano, Pieter Botha, retornó ayer a su despacho en Ciudad del Cabo en clara desobediencia a su partido, el Nacional (PN), que había decidido que fuera sustituido por el nuevo líder, Frederik de Klerk, en lo que parece una grave crisis institucional.Los dirigentes del PN decidieron en la noche del pasado lunes que la jefatura del Estado en Suráfrica debe recaer en el presidente del partido, es decir, De Klerk, de 52 años, que fue elegido en el cargo dos semanas después. de que Botha, de 73 años, enfermara de cierta gravedad, el pasado 18 de enero.
La decisión de Botha de aferrarse al cargo ha conmocionado los cimientos del Partido Nacional como nunca antes desde que esta organización política se hizo con el poder en 1948.
Marinus Weitcher, profesor de derecho en Pretoria, dijo que "Botha ha olvidado su compromiso con el partido. No puede actuar como un presidente de Estados Unidos apoyándose en la población, porque él ha sido elegido por el partido para el cargo, y no por el pueblo".
Willie Breytenbach, un experto constitucionalista de la universidad de Stellenbosch, afirmó que la decisión de Botha ha creado un problema político de muy difícil solución. Ocurre que Botha tiene el poder, pero no el apoyo del partido y, justo lo contrario ocurre con De Klerk.
Botha informó de su decisión de volver a su despacho por teléfono, y en ningún caso habló personalmente con los máximos dirigentes del partido, ni siquiera con el miembros de su Gabinete. La decisión unánime de los 133 diputados del PN de pedir la dimisión de Botha y su reemplazo por Klerk, significa que el jefe del Estado surafricano se ha quedado totalmente solo en su pretensión de mantenerse en el cargo.
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