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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las verdades de Mozart

La Sinfónica de Radiotelevisión Española, dirigida por su titular, el húngaro Arpad Jóo, reunió en su último programa los nombres de Haydn, Mozart y Schubert, fácilmente relacionables como capítulos de una misma historia: el clasicismo / romanticismo vienés. En la sinfonía denominada de La Pasión, la clave estilística e ideológica reside en el largo y dramático adagio introductivo.Mozart, en su Concierto en do mayor para piano, K 503, cinco años anterior a su muerte, pues data de 1786, logra una de sus cimas, por condensación de pensamiento, perfecta arquitectura, expresividad que roza lo patético, imaginación e importancia del diálogo entre piano y orquesta.Cristina Bruno, a la que hace días escuchamos otras versiones mozartianas, penetró muy seriamente en la complejidad, tan lejana de todo decorativismo de estos pentagramas. Y lo hizo con suave poderío, afán de veracidad, ausencia de retórica añadida (incluida la frecuente retórica que por vías de un mal entendido preciosismo empequeñece la grandeza real del Mozart maduro) y talante comunicativo.

Orquesta Sinfónica de RTVE

Director: Arpad Jóo. Solista: Cristina Bruno, pianista. Obras de Haydn, Mozart y Schubert. Monumental Cinema. Madrid, 22 de abril.

Creó, en todo momento, el sonido adecuado, primera misión de un intérprete al que le es dada la posibilidad de elegir y fabricar su voz propia con el cuidado musical y la refinada sensibilidad acústica con que lo hace Cristina Bruno. En este sentido, nuestra pianista luce verdadero virtuosismo sonoro, fruto del eterno combate entre lo imaginado y lo realizado. Cuando ambas medidas se aproximan, la versión adquiere niveles de máxima veracidad, tan satisfactorios para el intérprete como para el público.

Supo situar el Concierto en do en el punto histórico que le corresponde, tan evidentemente que se transparentaba el antes y el después, la herencia y la adivinación. Ni una nota sin razón de ser: así escribió Mozart y así transmitió Cristina Bruno, largamente ovacionada en unión de Arpad Jóo, buen colaborador, como buen pianista que es.

Cerró el concierto la monumental -y no me refiero a las dimensiones- Sinfonía número 9, de Franz Schubert, con su mensaje abierto el mejor Bruckner. Una fiel transmisión, una muy correcta realización de José María Quero, una sonoridad fiel, llevó a todos los rincones, como cada viernes, la actuación de la sinfónica radiotelevisiva y la noticia viva de su éxito en el Monumental madrileño.

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