Elecciones sí, pero no las de Shamir
Los protagonistas de la 'intifada' temen que el primer ministro israelí olvide la zanahoria y vuelva al palo
ENVIADA ESPECIALLos palestinos de los territorios ocupados temen que el primer ministro israelí, Isaac Shamir, se esté echando atrás en la propuesta de elecciones en esa región que le ha sido arrancada por Washington. Sus recientes declaraciones -en las que amenaza con la cárcel a los eventuales elegidos que se declaren miembros de la OLP y en las que se niega a considerar siquiera la retirada de las fuerzas israelíes- constituyen de hecho una actitud de bloqueo. Sin aceptar tales supuestos, unas elecciones carecen del más mínimo interés para los palestinos, que, por el contrario, ven en ellas una maniobra de diversión de la opinión pública internacional.
No es un problema lingüístico, sino conceptual. Las elecciones que ofrecen los israelíes no son las mismas por las que suspiran los palestinos. El asunto se complica aún más si consideramos que en la propia sociedad israelí tampoco existe consenso a este respecto. Sin embargo, una vez que Shamir ha lanzado el balón, los palestinos tienen que encontrar la forma de pararlo o se arriesgan a que les metan gol."Lo que buscamos de los israelíes es que concreten la propuesta, ya que las elecciones por sí solas no solucionan el problema", asegura el depuesto alcalde de Hebrón, Mustafá Natche. El error, según él, radica en la obcecada negativa de Shamir a dialogar con la OLP, puesto que los palestinos de los territorios ocupados sólo representan un tercio del total y, por tanto, su autonomía no resolvería más que muy parcialmente el asunto.
Condiciones previas
Para los palestinos, hay dos pasos previos: la retirada de las fuerzas israelíes y la garantía de la supervisión por la ONU del proceso electoral. Aspiran además a que la convocatoria a las urnas tenga como objetivo último la independencia, es decir, que los elegidos sean dotados de capacidad política y no meramente administrativa. Nadie esconde la identificación de la mayoría de los habitantes de los territorios ocupados con la OLP, y es remota la posibilidad de que los futuros elegidos supongan una alternativa a dicha central.En este contexto, las reacciones aparentemente contradictorias de diferentes dirigentes palestinos vienen a tener una única lectura. Elecciones, sí, las elecciones de Shamir, no.
Y es en eso en lo que están trabajando palestinos de dentro y fuera de la ocupación. "En pocas semanas habrá que decidir qué camino tomar", recuerda Radwan Abu Ayash, consciente de que el reloj espera su jugada. Abu Ayash, que preside la Asociación de Periodistas Palestinos, teme que en la próxima ronda de conversaciones con Estados Unidos los hombres de Washington vayan a exigirles una respuesta rápida a la proposición israelí.
Así parecen entenderlo también los líderes de Egipto y Jordania, que se han lanzado a una febril actividad diplomática en busca de un punto de coincidencia que permita seguir adelante en este proceso de paz apenas apuntado. Los palestinos del interior no se muestran muy optimistas respecto a los resultados de esta mediación. "La concepción de Shamir sobre la tierra de Israel lo pone muy difícil. Ni siquiera aprobó Camp David", señala con escepticismo el alcalde de Hebrón.
Los israelíes, por su parte, han ofrecido, por boca de su primer ministro, unas elecciones municipales similares a las que se celebraron en 1976, con carácter exclusivamente administrativo, que, todo lo más, pueden conducir a un estatuto de autonomía. "Ni siquiera hemos considerado cambios en el despliegue de las IDF (Fuerzas de Defensa Interior); su presencia es necesaria para mantener el orden, y éste es necesario también para celebrar elecciones", declaraba estos días en televisión Isaac Shamir. El primer ministro israelí sabe que el camino de la negociación es inevitable. "La propuesta que he presentado a Estados Unidos contiene ciertos principios (...); la concreción de éstos debe elaborarse a partir de ahora", precisé.
El plan, paso a paso
El compromiso es posible en un ejercicio a medio camino entre la predicción del futuro y el conocimiento de lo que se negocia entre bastidores. Una fuente palestina que pidió el anonimato se ha aventurado a esbozar para EL PAÍS las eventuales concesiones que permitirían alcanzar un acuerdo. En primer lugar, habría que crear una atmósfera más relajada, para lo cual los palestinos se comprometerían a reducir al mínimo el nivel de la intifada, y los israelíes pondrían en libertad a los detenidos y reabrirían escuelas y universidades. A continuación, Israel procedería a un redespliegue de sus fuerzas destacadas en los territorios ocupados, que se retirarían de las áreas pobladas. La OLP prepararía una lista de candidatos, que no sería objetada por las autoridades de Tel Aviv. El proceso no contaría con la supervisión de la ONU, pero, en cambio, Estados Unidos y Europa enviarían observadores sobre el terreno.Una vez realizado el escrutinio, Arafat nombraría a los elegidos negociadores políticos, con una doble función, la de administradores y la de preparar una cnferencia internacional, que podría iniciarse bajo el paraguas soviético-norte americano. Este comité preparatorio formaría parte de la futura delegación, en la que también estarían incluidas figuras de la OLP en el exterior y representantes jordanos y egipcios. La modalidad de trabajo serían las negociaciones directas dentro de la conferencia, y, tras el circo de la sesión de apertura, se funcionaría en comités bilaterales. Siria no estaría incluida en esta primera etapa, que, según la fuente, se prolongaría entre uno y los años.
Al parecer, esta proyección de futuro está bastante cercana a os borradores que manejan Jordania y Egipto en sus contactos con Washington. En cuanto a la OLP, hay indicios de que Arafat aceptaría si se cumplen dos condiciones: que sea consultado antes de cada paso y que exista un compromiso de retirada de las berzas israelíes de los principales núcleos de población. La única incógnita pendiente en esta ecuación resulta ser la decisión de Shamir.
"Si Shamir no acepta negoiciar, tendrá que pedir a sus jefes militares que intensifiquen sus acciones contra el levantamiento, lo que se traduciría en un incremento de los asesinatos", explica un joven ideólogo de la revuelta. "La gente no va a ser paciente hasta la eternidad y, por otro lado, los radicales no aceparán el sistema de Arafat (la negociación) para siempre", agrega uno de sus compañeros.
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