La crisis oblíga a volver al presidente del Parlamento
BOSCO ESTERUELAS, ENVIADO ESPECIAL, Wan Li, presidente de la Asamblea Nacional Popular (ANP), el Parlamento chino, ha decidido acortar su visita oficial a Canadá y EE UU y regresar urgentemente a Pekín ante la grave crisis que vive el país. El apresurado retorno del dirigente parlamentario no ha pasado inadvertido para muchos chinólogos, que estiman que puede tener importantes consecuencias para el desarrollo de la crisis.
Conforme a la Constitución china, la ANP tiene potestad para designar o destituir al presidente de la República y al primer ministro. Wan Li, que de la noche a la mañana se ha convertido en una figura muy respetada por los dirigentes estudiantiles, declaró la semana pasada en Canadá: "Apoyamos firmemente el entusiasmo patriótico de nuestros jóvenes".Al referirse a las manifestaciones de estas semanas el presidente de la ANP dijo que los universitarios chinos quieren promover la democracia en el país y acabar con la corrupción. Los líderes estudiantiles afirman que el primer ministro, Li Peng, habría violado la Constitución al decretar la ley marcial en Pekín sin haber consultado previamente al Parlamento y piden una reunión extraordinaria del órgano legislativo para abordar el problema. Esa propuesta es defendida también por un grupo de diputados que respaldan la línea reformista del defenestrado secretario general del partido comunista, Zhao Ziyang. Para solicitar la convocatoria de una reunión urgente de la ANP se necesita el respaldo de 600 diputados, la quinta parte del total de miembros del,cuerpo legislativo chino.
Zhao Ziyang
Las especulaciones no faltan a la hora de averiguar nuevos datos sobre la suerte que puede haber corrido Zhao Ziyang. El Politburó todavía no ha aceptado formalmente la dimisión del secretario general, lo que ha despertado en algunos de sus seguidores la esperanza de que todavía es posible su resurrección, sobre todo conforme pasa el tiempo y se evidencia más la impotencia de Li Peng para hacer efectiva la ley marcial.
Si cayera Li Peng también lo debería hacer el presidente de la República, Yang Shangkun, quien defendió públicamente la decisión del primer ministro de implantar medidas de excepción. Yang, un general de 82 años íntimo amigo de Deng Xiaoping, ha emergido con gran fuerza en esta crisis. Claro es que tal vez esté apostando al caballo perdedor, Deng. La figura de éste se va debilitando por momentos día a día, pero nadie se atreve a predecir qué pasos va a dar. El lunes y ayer circulaban rumores en Pekín de que el pequeño emperador está estudiando la posibilidad de retirarse y de dimitir del cargo de presidente de la comisión militar. Deng, que se halla en estos momentos en Wuhan, en la provincia meridional de Hubei, debe sentirse intranquilo con la fría respuesta de las fuerzas armadas a la ley marcial. El dirigente chino sondeó la semana pasada, poco antes de que Li Peng anunciara las medidas extraordinarias, la opinión de los jefes de divisiones leales a él y algunos le fallaron.
Medios periodísticos bien informados citan a un alto funcionario del partido para asegurar que la caída de Zhao Ziyang se produjo dos días antes del discurso en el que Li Peng anunció las medidas de excepción y que poco antes de que se reuniera el comité permanente del partido Deng Xiaoping dio ya órdenes de apartar a su antiguo discípulo por sospechar que con su postura favorable a negociar con los estudiantes trataba de conspirar contra él. Zhao, que el mismo día que los estudiantes iniciaron la huelga de hambre, el pasado día 13, había pretendido ir a la plaza Tiananmen para tratar de resolver la situación, propuso en la reunión del comité permanente que se rectificara el polémico editorial inspirado por Deng publicado en el Diario del Pueblo, el órgano del partido, el pasado 26 de abril, en el que se tachaba de subversivo al movimiento estudiantil.
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