Bush: "Allá vamos, ¿nos sigue usted?"
Con su audaz iniciativa anunciada en la novena cumbre de la OTAN, el presidente estadounidense, George Bush, consigue el doble objetivo de recuperar el liderazgo occidental y colocar la pelota del desarme en el tejado de un Mijail Gorbachov que, de cara a la opinión pública, había últimamente monopolizado las propuestas de paz.
Los 16 miembros de la Alianza Atlántica endosaron ayer en su declaración final lo que Bush calificó la víspera de proposición occidental mas ambiciosa de la posguerra.
A propuesta de Canadá, un grupo de trabajo aliado concreta ahora la oferta de reducir en un 20% las tropas norteamericanas estacionadas en Europa y en un 15% por debajo del actual nivel de la OTAN el número de aviones y helicópteros de ambos bloques militares.
La asunción de la propuesta fue acompañada por una salva de elogios dirigidos a Bush por los dirigentes europeos. "El presidente ha allanado el camino para lograr nuevos éxitos", afirmaba el canciller Helmut Kohl, mientras el secretario general de la OTAN, Manfred Woerner, le describía como un "líder imaginativo y lúcido" y la primera ministra Margaret Thatcher enfatizaba "la claridad de sus directrices".
Con su oferta, el presidente ponía fin a cuatro largos meses de actitud cautelosa frente al Este en plena apertura que, según reconoció ayer, le "valieron algunas críticas", pero que era, no obstante, el tiempo necesario para revisar el enfoque de su política exterior y retomar la iniciativa. "Allá vamos. ¿Nos sigue usted?", preguntó Bush el lunes dirigiendose públicamente a Gorbachov.
Las primeras reacciones soviéticas han sido positivas, según Bush, que citó ante la Prensa informes de su embajada en Moscú. Pero la verdadera respuesta de Gorbachov será dada en Viena cuando dentro de tres meses la OTAN traslade su propuesta a ese foro donde el Este y el Oeste discuten desde marzo sobre desarme convencional.
El gasto militar soviético
¿Recogerá entonces Gorbachov la pelota que le ha lanzado Bush? El presidente François Mitterrand se preguntó ayer si su homólogo norteamericano no aceleraba quizá la negociación "más de lo que el líder soviético hubiese deseado", pero tanto Bush como Woerner estimaron que el secretario general del PCUS "debería estar interesado en conseguir resultados lo antes posible" y recortar asi su gasto militar, que oscila entre un l5% y un l8% del PIB.
Por muy deseoso que esté Gorbachov de reducir su presupuesto militar, la consecución de un acuerdo de aquí a seis o doce meses, como preconiza Bush, parece harto difícil, aunque Woerner aseguró que como "las propuestas soviéticas no están ya muy alejadas de las nuestras se puede ser razonablemente optimistas".
Thatcher reconoció, sin embargo, que para respetar los plazos fijados por el presidente había que ser "muy optimista".
A pesar del acercamiento mencionado por Woerner, puesto de manifiesto en Viena hace una semana, Moscú parece aún reacio a discutir la reducción de los aviones que no sean de ataque y tampoco parece fácil que desmovilice rápidamente a 325.000 soldados. Pero, sobre todo, la enorme complejidad técnica de la negociación y del ulterior mecanismo de comprobación del acuerdo hacen temer que no pueda estar acabada el año próximo, aunque ambos bloques hagan alarde de su buena voluntad política.
Incluso entre unos aliados europeos que apenas han sido consultados por Estados Unidos quedan aún algunos problemas por resolver, como la oposición de Mitterrand y de Thatcher a que sus aviones de doble capacidad —es decir, que además de armas convencionales pueden transportar otras nucleares— entren a formar parte de la oferta que la OTAN hará este verano al Pacto de Varsovia.
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