Fecundidad
Parece que será en menos de cien años cuando nos vamos a quedar todos calvos y decrépitos: la alarmante noticia nos llega por el hecho de que en este país el índice de fecundidad ha descendido en un 46% en los últimos 12 años. Para decirle claramente; el susodicho índice situó en 1987 en 1,5 hijos por mujeres lo que reconocerán que es poquísimo y, desde luego, desconcertante porque cuando tú vas y tienes un hijo coma cinco, al natural arrebata que te produce la llegada al mundo de la unidad sigue el no menos lógico desmayo ante la idea de tener que ponerte a buscar a otra mujer a la que le sobre medio hijo, y a ver quién es la guapa que se queda con la suma de la ecuación.La verdad es que en esto de los hijos nunca se sabe cómo acertar. A veces te pasas por mucho y a veces te pasas por poco, y en cualquier caso siempre sales perdiendo. Fíjense en los pobres padres chinos, que les convencieron para tener sólo una unidad, no fuera que luego no cupiesen en la plaza de Tiananmen; ellos obedecen, se abre luego el mercado libre y empiezan a poder comprarles a sus hijos únicos nada menos que chupachups, y cuando más entusiasmados estaban pidiendo libertades, los acribillan, encarcelan y hasta se los condenan a muerte. Y la pregunta de los 100.000 yenes es: ¿de haber osado desobedecer las órdenes supremas y haber ido a por la parejita, a los matrimonios chinos les habría quedado hoy otro vástago que sacrificar a los gerarcas, con g de geriátrico, que ahora los aplastan ¡Ah, los hijos, ese tesoro!
Que nos cunda la alarma porque la natalidad ha descendido es una actitud hipócrita. Deberíamos alterarnos, en cualquier caso, por haber creado una sociedad a la que no nos apetece contribuir aportando nueva carne de cañón, bien sea éste el paro, la litrona, la jeringuilla, las Ciencias Empresariales, la insolidaridad o el cañón propia y justamente dicho.
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