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Tras el éxito inmediato

Los autores desconfían de la fama surgida de un día para otro y la consideran un efecto óptico

Andrés Fernández Rubio

No les ha sucedido lo que a Truman Capote, que dijo haber perdido el 80% de sus amigos. Y es que el éxito "no existe en una galaxia cultural tan pequeña como la nuestra", según el novelista Jesús Ferrero. Amalia Iglesias no cree que un premio de poesía como el Adonais pueda otorgar la fama, y el joven dramaturgo Sergi Belbel opina que su moda se debe a que por casualidad los teatros públicos apostaron por él. Para el novelista Muñoz Molina, la sensación de hacerse famoso de la noche a la mañana es un efecto óptico, que parece real en el caso de los grupos de pop.

Antonio Mufloz Molina, de 33 años, dice escribir "a pesar del reconocimiento", y suscribe la frase de Wilde: "Ser famoso es ser conocido por personas a las que uno no tiene el menor interés en conocer". Muñoz Molina recibió el año pasado dos de los premios mas prestigiosos, el Nacional de Literatura y el de la Crítica, por su novela El invierno en Lisboa. No tuvo ninguna sensación de haber alcanzado el éxito, sino de haber trabajado mucho, pues antes de obra había publicado otras tres, una de más de 300 páginas. Muñoz Molina cuenta una vieja historia, la de una animada reunión literaria en una casa de Oxford. Y en el piso de arriba un niño, bajo una manta y con una linterna, leyendo La isla del tesoro. "La literatura está ahí, no en el piso de abajo dice. "Tiene que ver con alguien que escribe), alguien que lee; lo que se forma alrededor es simplemente un ruido, que puede ser propicio o no".

Amalia Iglesias, de 27 años, trabaja en Diario 16. La fama, aunque ella. sospeche que el Premio Adonais que recibió a los 22 años por Un lugar para el fuego dista inucho de acercarse a las mayúsculas que se le suponen a dicho término, no logró afectarla. Sólo notó sus efectos en la facultad, cuando vio con nitidez que para muchos de sus compañeros existía un antes y un después del Adonais. Entonces empezó a faltar a clase. "Yo seguí siendo la misma, y el único cambio que noté fue el del momento, el susto. Resultó bastante incómoda la sensación de no pasar desapercibida. La consecuencia es que me cerré bastante, en el sentido de publicar lo menos posible y de exigirme más. He tardado cuatro años en volver a sacar algo, el Memorial de Amauta, que acaba de aparecer".

Jesús Ferrero, cuya aparición. con Belver Yin resultó espectacular, opina que "en una galaxia cultural tan pequeñita como la nuestra el éxito no existe". Desmiente que la aparición de su primer libro fuese un acontecimiento: "El primer año, en 1982, Belver Yin vendió 10.000 ejemplares, y no puedo pensar que eso sea un éxito; sin embargo, Lady Pepa vendió 50.000. En España se están equivocando las cosas, y se mide el éxito por lo que dicen los rotativos".

El primer libro de Ferrero obtuvo algunas buenas críticas que, unidas al boca a boca, empezaron a crear una lista de adeptos, muchos de los cuales se han convertido en incondicionales del escritor. "Cuando salió Belver Yin yo estaba en París, y desconocía bastante la cultura española y los medios literarios. Me llegaban todas las críticas, y algunas fueron infames, humillantes, las más insultantes de mi carrera; aparecían en periódicos de provincias o en revistas literarias, pero te las enviaban a casa".

Todo esto le lleva a decir a Jesús Ferrero que está curado de espantos. "Trato de colocarme donde estoy y donde están mis novelas". Le compensa más de lo que le pueda estar pasando en España, el hecho de enterarse de que en Buenos Aires o Santiago de Chile tiene lectores fieles. Fidelidad parece que es una palabra mayor para Ferrero. Sus incondicionales tendrán nueva novela en diciembre o enero.

En el teatro es muy dificil hablar de éxito, opina Sergi Belbel, de 26 años, en cuyo caso se podría decir que se hizo famoso de un mes para otro, pues fue entre enero y febrero pasados cuando se representaron en Barcelona tres de sus obras: Elsa Schneider, En compañía de abismo y Ópera. Los teatros institucionales apostaron por él, explica, y añade que se trató de una casualidad que dudó si aprovechar o no. Ahora, el balance le parece bueno: "Las críticas recibidas básicamente valoraron de forma positiva mis obras, aunque en algunos casos me han achacado una falta de madurez que asumo".

Donde sí se definen bastante bien los efectos del éxito inmediato es en uno de los mayores negocios de la industria del entretenimiento: la música pop. El grupo Los Ronaldos actuaba hasta hace dos años en las fiestas de los colegios mayores. A partir de la salida, el año pasado, de su primer elepé, que contó con escaso apoyo de su discográfica y que sin embargo vendió más de 50.000 ejemplares, se han convertido en ídolos de masas juveniles.

Otro grupo, El Último de la Fila, vendió el año pasado 300.000 ejemplares de su disco Como la cabeza al sombrero. Quimi Portet, uno de los dos componentes, con una larga trayectoria musical, dijo recientemente: "No estamos resentidos con nadie, pero los que antes se negaban a recibirnos en sus despachos ahora nos adulan, y sabemos que si las cosas van mal pasado mañana, volverán a ignorarnos. En el negocio de la música hay mucha gente que sólo piensa en ganar dinero rápido y fácil; por lo que a nosotros respecta, sólo pensamos en escribir canciones bonitas y poder cantárselas a alguien".

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