Otra vez
Otra vez nos anuncian, los responsables de la protección de nuestro patrimonio cultural, la ''autorización de otra exposición itinerante. En este caso, la de 17 cuadros de Velázquez de la colección del Museo del Prado. Esta exposición lleva acarreado un traslado y una larga estancia, al otro lado del Atlántico, de óleos sobre tela en un largo vuelo de una duración mínima de siete horas y con una estancia en el ambiente climático de Nueva York de unos cuatro meses.Otra vez unos objetos frágiles constituidos por materiales orgánicos complejos con una antigüedad de más de 300 años deben sufrir golpes, movimientos, traslados, cambios de ambiente, agresiones climáticas, exposición a accidentes varios, compresiones y descompresiones bruscas en un largo viaje, para obtenerse unos beneficios culturales dudosos y discutibles, y que en todo caso no lo serán para el propietario de los objetos: el pueblo español.
Las telas serán enviadas por aire a Estados Unidos en diversos aparatos, con grandes medidas de seguridad y con embalajes del más alto nivel técnico y que estarnos seguros cumplirán con todas las normas de protección física que exige un transporte de objetos de tanto valor. Estarán debidamente aseguradas para que en el caso de un accidente o pérdida total el tesoro español sea reembolsado monetariamente de la desgracia sufrida.
Pero es una acumulación de riesgo demasiado elevada tanto en términos económicos como de patrimonio para autorizar tal exposición.
Los accidentes ocurren. Y no nos referimos únicamente a la posibilidad, no tan remota, de que un avión se estrelle, lo que también ocurre (Navidad de 1988: avión transatlántico de la Panam; 20 de julio de este mismo año: de la Korean Airlines), sino a embalajes que se rompen, traslados con accidentes, descompresiones con cambios bruscos de humedad y temperatura, telas golpeadas y agujereadas, desprendimiento de capas pictóricas, altas vibraciones, etcétera.
Si los monarcas reinantes y sus sucesores directos (dos) o los presidentes y vicepresidentes de un mismo Gobierno (dos) no pueden viajar juntos en el mismo avión por la acumulación de riesgo que ello representa, creemos que se debe aplicar la misma norma para objetos culturales valiosos (en este caso 17).
Pero por otra parte, ¿cuál será la cantidad asegurada?
El seguro
Recientemente, el Museo Getty de Malibu ha adquirido un óleo del pintor Il Pontormo, poco conocido del gran público, representando la media figura de un joven a tamaño natural. Se han pagado por él 37,5 millones de dólares.
¿Cuál será a estos niveles el valor para el seguro de un cuadro de Velázquez? ¿100 o 150 millones de dólares o tal vez más? ¿Qué prima se pagará a las compañías de seguros? Repetimos: la acumulación de riesgos es demasiado grande para autorizar la salida de un patrimonio irremplazable de esta categoría.
En cuanto a las condiciones climáticas de las salas del museo receptor del préstamo, el Metropolitan, sabemos que son unas condiciones estables. El museo está dotado de sistemas de acondicionamiento de aire calculados, como es lógico, para la audiencia media habitual del museo. Teniendo en cuenta que cada persona emite al ambiente, en estado de reposo y por hora, 20 litros de CO2, 40 gramos de agua y 60 calorías grandes, y previendo una gran afluencia de público, atraído por la importancia de la colección prestada, las modificaciones ambientales de humedad y temperatura que se producirán en el interior del museo por emisiones humanas no podrán ser absorbidas por la maquinaria de climatización, la cual volverá a alcanzar las constantes climáticas normales una vez cerrada la exposición. Todo ello ocasionará unas alteraciones diarias importantes de las condiciones climáticas de las salas de exposición.
A pesar de ello se nos dirá que la exposición fue un éxito de público (como si triunfar con una exhibición de cuadros de Velázquez fuera una hazaña insuperable), que fue visitada por miles y miles de personas (lo que, como hemos explicado, empeora las condiciones de conservación), que el prestigio cultural de nuestro país experimentó un alza considerable, que se pronunciaron 800 conferencias, reuniones de especialistas, coloquios y seminarios (todo ello en lo que actualmente se conoce como turismo cultural), que los cuadros no sufrieron ningún daño... La realidad será otra: los minúsculos cuarteados de las capas pictórica y de preparación habrán aumentado, la cohesión entre esas capas habrá disminuido, los barnices perderán transparencia. Éstos y otros defectos no aparecerán en Nueva York, sino transcurrido algún tiempo, cuando los cuadros estén en su lugar de origen, y con toda probabilidad serán atribuidos a otras causas. Ningún objeto en toda la historia ha mejorado su estado de conservación por su participación en una exposición itinerante; en cambio, lo contrario ha sido comprobado por conservadores y restauradores de la mayor parte de los museos del mundo.
Son, como se ve, problemas muy graves, casi imposibles de resolver y que implican siempre un deterioro importante del patrimonio. Por estas razones los museos de los países desarrollados restringen al máximo, e incluso prohiben por ley, el préstamo de sus objetos, y mucho más cuando éstos son frágiles y fácilmente alterables, como son las telas de los grandes maestros, incluso acordando aplicar las normas más estrictas de seguridad y conservación.
Ejemplo
Ningún museo importante del mundo prestaría una proporción tan amplia de la obra de un solo artista. Sería impensable que, por ejemplo, el Rijksmuseum de Amsterdarri prestara el 30% de su colección de Rembrandt para una exposición itinerante.
Unicamente aquellos países que colocan su prestigio nacional por encima de las consideraciones más elementales de conservación de su cultura material están dispuestos a ceder sus colecciones más valiosas.
Creemos que debería reconsiderarse, por las razones expuestas, la oportunidad de un préstamo de esta categoría, más cuando nos consta que los mismos prestatarios se mofarán de los responsables que autorizan la cesión de un patrimonio tan excepcional, pues en ningún caso el museo receptor sería prestador de un patrimonio similar.
Otra vez países del Tercer Mundo son prestadores de objetos capitales de su cultura, y países desarrollados, prestatarios. ¿Como debe ser?
Eduardo Porta es conservador de museos y profesor de conservación de la universidad de Barcelona.
Babelia
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