El Anderlecht fue muy superior al Barcelona
ENVIADO ESPECIALAad de Mos, el excelente técnico del Anderlecht, decía en la víspera del encuentro que los equipos de fútbol son un fiel reflejo de la personalidad de sus entrenadores. Su compatriota Johan Cruyff fue, en sus tiempos de jugador, una mezcla de hombre genial, prepotente, abúlico y anárquico. Ahora, en su faceta de entrenador, el antaño denominado Profeta del gol no ha cambiado su forma de ser y el equipo que dirige, el Barcelona, es también un fiel reflejo de sus genialidades. Anoche, en Bruselas, el conjunto azulgrana perdió su cuarto partido oficial de los cinco disputados fuera del Camp Nou.
El Barça es capaz de derrotar al Real Madrid (3-1) y golear al Rayo (7-1) para después dar la imagen de un conjunto loco, desorientado y sin brújula. Esa fue la impresión que dejó en las retinas de los espectadores que acudieron al estadio Constant Vanden Stock de Bruselas, donde el Anderlecht le dio un buen repaso (2-0), además de ponerle muy cuesta arriba su acceso a los cuartos de final.
Cruyff, que hasta ayer sacaba pecho después de haber superado la crisis, acusó a la Prensa de decir o escribir "un 95% de tonterías". Sus asesores de imagen tendrán que recomendarle que se dedique a cerrar la boca en el futuro, porque anoche cometió un sinfín de tonterías que pueden costarle caras a un club que está rendido a sus caprichos por culpa de unas elecciones presidenciales.
Después de pregonar a los cuatro vientos que todos los equipos debían adaptarse a su sistema de juego y no el Barça, al de ellos; después de manifestar públicamente que Alexanco era un hombre imprescindible en su esquema, ayer hizo todo lo contrario. Algo le debería decir su ideólogo Toni Bruins Slot sobre el Anderlecht para que el exultante holandés se estrujara las meninges y de paso hiciera trabajar a destajo las de sus jugadores, que anduvieron por el terreno de juego más despistados que un pulpo en un garaje.
Cruyff dejó al veterano Alexanco en el banquillo con el argumento de que había que controlar el balón, y removió tanto la zona defensiva que el Barça dio la impresión, durante el primer cuarto de hora, de ser un inmenso puzzle deshecho en la habitación de un niño. De esta forma, convirtió a Urbano -su pierna buena es la derecha- en un lateral izquierdo infrautilizado; sacó a Aloisio de su posición natural para que siguiera a Gudjohnsen; convirtió a Roberto en la sombra de Degryse, y obligó a Eusebio a jugar casi de lateral derecho, mientras Serna se encargaba de Van der Linden y Koeman era el hombre libre.
El Anderlecht supo sacar provecho de tanta movida con un gran gol de Jankovic que hizo presagiar un terremoto futbolístico en Bruselas.
Los jugadores del Barça encajaron el segundo gol cuando todavía estaban dando vueltas a las instrucciones que en su lenguaje, a veces difícil de entender, les dio Cruyff en el vestuario. Al técnico ya no le dio tiempo de enmendar más tonterías, después de haber realizado el primer cambio dando entrada a Milla con el único objetivo de frenar a Jankovic.
Si el Anderlecht hubiera tenido más ambición y menos respeto al rival habría resuelto la eliminatoria.
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