Hacia la libertad
Un magnífico concierto de Wynton Marsalis y su banda en el que de la primera parte a la segunda pudimos pasar del banco de pruebas a las realizaciones concretas. Acumulador de premios, honores y distinciones, de los Grammy a las votaciones de la revista Down beat, Wynton Marsalis se ha presentado siempre a sí mismo lejos de toda vanidad. Nos repite que los genios son Arnistrong, Parker, Monk y que él se esfuerza por hacer las cosas cada vez un poco,mejor. Y lo hace. Así ha constituido su última banda, un septeto de músicos muy jóvenes y manifiestas capacidades. Con ellos va a la búsqueda del bop nunca perdido y al encuentro de la vieja madre, Nueva Orleans, y definitivamente parece que Wynton está'empezando a hacer su propia música.La primera. parte sirvió para que advirtiéramos que estábamos ante gente muy notable. Wynton, que sabe hacerlo absolutarnente todo en la trompeta, hasta el punto de poder empezar a encontrarse a sí mismo; Wycliff Gordon, uno de los jóvenes trombonistas que tienen ya como vértice de su instrumento no al refundador J. J. Johnson, sino a hombres como Craig Harris, Grachan Moncur o Steve Turre; Wessel Anderson, un muy parkeriano saxo alto con un aliento propio que le evita jugar a los epigonos; Todd M. Williams, un tenor del que hasta las inseguridades resultan atractivas; y una sección rítmica en la que se descubre a un importante pianista, Marcus Roberts, los buenos oficios del bajista Reginald, E.Veal. y el arco de sutilezas del baterista Herlin Riley.
The Wynton Marsalis Jazz Band
Auditorio Nacional. Madrid, 16 de noviembre.
Un septeto para un bop revisitado que en la primera parte -y aún dentro de magníficas resohiciones- pudo proyectar la sombra de la reconstrucción, d.e la lección aprendida, de ese pianto de frialdad que muchos reprochan a Wynton. Podía sorprender su respeto arqueológico, una disciplinada ortodoxia que fija un bop tal como fue y no como hace tiempo que jóvenes y viejos neoboppers hacen que sea.
Un breve descanso y en la segunda parte a la música se sumé el fuego , la libertad, la afirmación de lo que nace y no de lo que se reconstruye. En el centro de la sesión, The majesty of the Nues (tema que da título a su último album), plataforma en la que se abrió espacio para cada uno de los músicos, momento en el que Marcus Roberts desplegó un solo de lanzar cohetes. Un bop más libre se. turnaba con las nuevas lecciones de Nueva Orleans. A sus 28 años, Marsalis parece ir a su propia relectura de la historia del jazz y en lo que hoy presenta están los primeros pasos de un inmediato futuro, de la libertad hacia adelante.
Babelia
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