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HACIA UNA NUEVA EUROPA

Checoslovaquia se paraliza en petición de libertad

Berna González Harbour

Checoslovaquia quedó totalmente paralizada al mediodía de ayer en una huelga general convocada por la oposición en demanda de elecciones libres y de un sistema pluralista. A las doce de la mañana (hora marcada para rechazar, en un simbólico plebiscito nacional, el sistema político comunista), todo el país paró. En la mayor manifestación de oposición en la historia del comunismo de este país, el pueblo demostró que no te basta la sustitución de los viejos líderes comunistas, llevada a cabo un día antes por el comité central del partido comunista. El proceso hacia el cambio verdadero es, según clamaron todos, irreversible.

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A las doce de la mañana, los pasajeros del vuelo de las líneas aéreas checas con destino a Periza ya se habían abrochado los cinturones. De repente, el altavoz no anunció el destino, sino que dio la orden de que todos desembarcaran. "Señores pasajeros, disculpen, pero nos bajamos del avión. Toda la tripulación se une a la huelga general". A la misma hora, en la catedral de San Vito, centro de La cristiandad checoslovaca, situada en el recinto del castillo del Hradshin, las campanas se echaron al vuelo: tocaron durante dos horas la adhesión de la Iglesia católica, encabezada por el cardenal. Frantisek Tomasek, al rechazo a la dirección comunista. Grandes grupos de personas se rnanifestaban frente al palacio presidencial, aún habitado por el anciano jefe de Estado comunista, Gustav Husak. Los taxistas, siempre aquí dispuestos a cobrar un dólar de más, no estaban en las puertas de los hoteles, y la oficina central de comunicaciones, en plena plaza de San Wenceslao, dejó un par de cabinas para emergencias, cerrando los demás servicios. "Aquí estamos en huelga", decía una funcionaria, orgullosa de participar,Los trabajadores de los talleres de Rude Pravo, el órgano oficial del partido comunista, difundían un comunicado en la calle demostrando su adhesión a la huelga y denunciaban la represión de que son objeto en el diario. Los conductores de autobuses aparcaban en las aceras y los tranvías se paraban en los raíles.

Las únicas que no hicieron huelga fueron las tabernas. Sus camareros se dedicaron en estas dos horas de referéndum popular a sacar té caliente a las calles intentando aliviar el ya olvidado frio de esta bella ciudad. La radio oficial suspendió su emisión por dos minutos, y el resto del tiempo se dedicó a retransmitir informaciones sobre el desarrollo de la huelga. Entrevistaba a obreras "Por fin podemos manifestarnos en libertad", decía una. La radio informaba que en Bratislava y en las principales ciudades del país estaba sucediendo lo mismo que en Praga. Todo era fiesta y sorpresa ante el unánime rechazo al régimen.

Pero aún hubo más sorpresas. Los opositores que se reunieron en su ya cotidiana cita en San Wenceslao a las cuatro de la tarde aclamaron al segundo comunista en una semana. Si en los últimos días fue Alexander Dubcek, el líder defenestrado en la primavera de Praga, ayer fue Valtr Komarek, el director del Instituto de Prognosis de la Academia de Ciencias, asesor de Lubomir Strougal, el primer ministro depuesto hace un año por intentar dar los primeros pasos en su programa de reformas económicas.

Komarek, para primer ministro

Komarek fue aclamado ayer como candidato a primer ministro. "Esto es sólo el inicio de un proceso irreversible", declaró Komarek ante el aplauso continuado de los opositores en San Wenceslao. "Ahora lo que importa es un nuevo Gobierno lleno de inspiración e intelectualidad y dotar al país de una nueva sanidad, una nueva cultura, nuevos medios de comunicación; un país donde la asociación, la libertad sea posible", dijo emocionado el nuevo adalid de las reformas en Checoslovaquia.

La oposición no se conforma ya con la protesta contra los viejos estalinistas del régimen. Comienzan a surgir los proyectos para levantar y hacer posible un nuevo régimen.

El economista Ota Sik, refugiado en Suiza tras los acontecimientos de 1968 y promotor de las reformas económicas anteriores a aquella brutal represión, lanzó el domingo desde su exilio un llamamiento a estudiar un plan de reestructuración de la economía checoslovaca, en continuo deterioro desde la II Guerra Mundial. "Estoy dispuesto a volver a Praga", declaró el economista, que afirmó estar ya en contacto con colegas suyos de todo el mundo, entre ellos varios premios Nobel, para trabajar en este plan.

Los altos mandos comunistas están ya perdiendo toda capacidad de reacción en este país, donde el vértigo contestatario de la oposición y de las propias bases del partido se ha revelado contra cualquier cambio de nombre. En la madrugada de ayer, el segundo pleno extraordinario en tres días del comité central excluía del Presidium (buró político) a los más detestados neoestalinistas: Miroslav Stepan, jefe del partido en Praga, abucheado públicamente esta semana en una fábrica; Miroslav Zavadil, jefe de los sindicatos, y Jozef Lenart. En su lugar colocaron a Vasil Mahorita, líder de las juventudes, y a otros nombres hasta ahora desconocidos.

Pero ya nadie grita contra personajes concretos. El Foro Cívico ha pasado de reivindicar las cabezas de los responsables de 1968, entre ellos jefes y responsables de la violenta represión de la manifestación del pasado 17 de noviembre, a propugnar un programa que supera cualquier sugerencia de los actuales dirigentes. El nuevo programa solicita un Estado de derecho y participación ciudadana, así como 'a integración europea y un nuevo sistema económico con distintas formas de propiedad.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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