Un viaje importante

LOS REYES inician hoy una visita a México de singular significación, ya que se trata de la etapaínicial -y decisiva- de una política de largo alcance dirigida a la reactivación, en los próximos años, de nuestras relaciones con los países de América Latina. Para España, esa dimensión de su política exterior nunca puede estar ausente -y los Reyes siempre han desempeñado un papel eminente en su realización-, pero hoy existen razones especiales que requieren un esfuerzo particular en esa dirección. Los cambios en el Este están provocando una polarización de las preocupaciones y de las ayudas económicas hacia esos países. Interesada como cualquiera en la recuperación democrática del Este, España debe sin embargo reaccionar contra la tendencia, manifestada en ciertos sectores de la Europa comunitaria, a dejar caer las relaciones con América Latina, que asiste igualmente a un proceso de restauración democrática necesitada de urgente ayuda exterior.Durante la visita real se firmará un tratado de amistad y cooperación que desde luego no es un documento más entre los muchos que se acumulan en las cancillerías. Su valor dimana tanto del papel único que México ocupa en la política latinoamericana como del contenido mismo del acuerdo. Su vertiente económica, dada la gravísima situación de México, es básica. Ya el verano pasado, durante una escala en Madrid, el presidente Salinas obtuvo la condonación de la mitad de la deuda que tiene México con sus acreedores privados españoles. Ahora se trata de otorgar en los próximos cinco años una ayuda de hasta 440.000 millones de pesetas, en gran parte en forma de inversiones directas. España tiene experiencias negativas en proyectos de este género, como en el caso de Argentina; pero hay motivos para pensar que ahora los resultados serán distintos, sobre todo porque empieza a dar fruto la política mexicana de recuperación económica. En todo caso, el éxito de ese aspecto del tratado no depende sólo de los Gobiernos: el flujo financiero que se trata de trasvasar de España a México deberá ser aportado principalmente por el sector privado. El futuro dirá hasta qué punto los empresarios españoles van a responder a las nuevas posibilidades que se abrirán después de la visita de los Reyes.

El tratado no se limita a los aspectos económicos, sino que abarca la colaboración política -que debería plasmarse en reuniones periódicas, como ocurre con Italia o Francia-, la cooperación cultural y científico-técnica y los asuntos consulares. En todo caso, la presencia de los Reyes en esta visita, por el valor simbólico que tiene para los dos pueblos, debe ayudar a que el estrechamiento de las relaciones mexicanoespañolas impacte profundamente en las opiniones públicas y no se limite a las esferas estatales. Se trata de crear una nueva dinámica que influya en el conjunto de la sociedad y en la que deben tomar parte activa desde las instituciones culturales y educativas hasta las empresas privadas.

A ello ayudará sin duda el balance positivo de la labor de Carlos Salinas desde su elección como presidente, que está levantando el país en medio de enormes dificultades y a través de un proceso lento y trabajoso en el que no sólo se trataba de superar la gravísima crisis económica, sino de renovar unas estructuras políticas caducas atrapadas por el cáncer de la corrupción y la ineficacia.

Juntos, España y México -dos países que por sus dimensiones y su especial situación geográfica ocupan un lugar destacado entre los Estados de habla hispana- pueden ayudar a crear un nuevo escenario político en el subcontinente basado en los principios de la paz, la democracia y el respeto mutuo, en un momento en que la política de EE UU parece retornar a sus peores tradiciones intervencionistas. En este sentido, el voto español en la ONU contra la invasión de Panamá es una buena credencial. España debe ayudar a que América Latina no quede ausente de la fase de cambios que se avecina en la escena internacional.