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Soares,un presidente popular

N. G., La única personalidad capaz de impedir que el actual presidente de la República portuguesa sea reelegido para un segundo mandato de cuatro años en enero de 1991 es Mario Soares, según los observadores políticos. Más del 80% de los portugueses están satisfechos con el monarca constitucional en que se transformó el ex secretario general del partido socialista, y su popularidad continua en aumento.

El partido socialista y la UGT pidieron formalmente su candidatura y argumentaron que Soares es el presidente necesario e imprescindible para ayudar al país a superar de la mejor manera posible la última década del siglo y consolidar su integración en el mercado único europeo de 1993.

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En el seno de la actual mayoría las fuerzas se registra un equilibrio entre defensores del apoyo a la candidatura de Soares, quienes propugnan la necesidad de encontrar un candidato fuerte capaz de derrotarlo, y los que se abstienen, entendida la abstención como la no presentación de un candidato, dejando libertad de voto a los militantes.

Sin embargo, Soares ha filtrado reiteradamente que no le gustaría otros cuatro años de presidencia por estimar que se trata de una ocupación excesivamente agobiante. Soares tiene otras preocupaciones -la familia, los libros, la pintura- y no parece querer morar con las botas puestas, como lo hicieron muchos de sus antecesores del salazarismo. Hay fuertes sospechas de que es una maniobra. Los maledicentes insinúan que Soares quiere que el pueblo portugués le pida el sacrificio de su bienestar personal en aras del bienestar de la patria.

Una situación dificil para los partidos políticos, que deben definir sus estrategias presidenciales sin poder confiar en la intuición, que les dice que el actual presidente acabará por ser candidato. Un reto para Cavaco Silva y el Partido Social Demócrata, sabedores de que un error en la elección del candidato presidencial proporcionaría irremediablemente la victoria a los socialistas en 1992.

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