El discreto hechizo del talento
Carlos Cano es una rara avis en ese mundo un tanto ambiguo e indefinido de la actual canción española. Si nos hubiera quedado alguna duda, el cantante granadino la despejó en el extenso e intenso recital que ofreció en su noche inaugural en Madrid, realmente importante. Recital extenso e intenso, digo, en el que su voz cálida y convincente, rica en las más diversas tonalidades, nos llevó con dulzura y discreción a un clima de ensueño.Fueron 110 minutos sin pausa en los que Carlos Cano recorrió una amplia diversidad de géneros: pasodobles, habaneras, sevillanas, tangos argentinos, canción andaluza, boleros... Polivalencia camaleónica, en la que el cantante se transforma para dar a cada estilo lo que le es propio sin dejar de ser nunca él mismo. Ese es el gran talento de Carlos Cano, que haga el tema que haga tendrá su sello personal e intransferible.
Recital de Carlos Cano
Teatro Alcalá Palace. Madrid, 14 de marzo.
Porque no se parece a nadie; en cambio, creo que muchos están intentando ya parecerse a él y muchos más lo van a intentar en el futuro. Carlos Cano es cantor y autor que trae a la copla una dimensión inédita.
Poeta de cuerpo entero, sus letras no son tópicas ni hueras. Nadie podrá reprochar a este autor la vaciedad hoy imperante, y al parecer contagiosa, en el panorama de la canción española. Cada poema que firma y canta tiene una intención, un requerimiento a nuestra mente o nuestro corazón, a veces crítico pero no agresivo, a veces amargo, a veces con un punto de humor.
Versiones propias
E incluso los temas que no firma podrían atribuírsele sin ningún problema, pues sus versiones son tan propias que tienen el marchamo de autoría. Estoy pensando aquí, fundamentalmente, en esas joyas de la canción andaluza a las que él da un nuevo concepto, y que llevan títulos como Mari Cruz, La farsa monea, Mi chiclanera o La bien pagá.Se podría decir que Cano crea un género nuevo que tiene poco que ver con sus antecedentes. Él no representa como lo hace cualquier reina de la tonadilla; él ahonda y da un valor a textos que antes eran sólo pretexto y en su voz se han convertido en tuerza sustantiva.
La revitalización, necesaria, de la canción española tiene que venir por cauces como los que está indicando Carlos Cano. Cauces de verdad y dignidad, que excluyen lo superficial y lo tramposo. Y éI hace esto con convicción, sin aspavientos de ninguna clase.
Su presencia en el escenario es de una austeridad ejemplar, coloquial, amable. Yo casi diría que no canta, sino que habla, cuenta cosas, reflexiona en voz alta. Y nos lleva dulcemente al terreno que le es propio de un discreto hechizo, de un enorme talento.
Babelia
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